A vueltas con los sueños. (parte 7)

Fin de primera etapa.

Nuestro amarre coincide con vecinos que van también al Caribe, dos embarcaciones de 15 y 22 mts., muy equipadas, y otra de 8 con un navegante solitario, según nos comentó el comodoro, y con la cual ninguno de nosotros se atrevería a salir ni del puerto, pero algo tiene de bueno ese capitán que lo ha traído desde Suecia. Decidimos que hablaremos con cada uno de ellos para intercambiar ideas, rutas y lo que sea útil.

De momento, jubilosos, nos decidimos a darnos una buena ducha y salir a celebrarlo. El puerto está lleno de opciones, tanto de restaurantes como de bares y música para disfrutarlo.

A las 9 estamos todos aseados y vestidos de gala, incluso nos hemos afeitado todos menos Javier, nada que ver con los andrajosos despreocupados de la travesía que nos ha traído aquí, Alicia ha sido la última en salir del AYO, con un modelo de pasarela, escote hasta cintura por delante, y espalda al aire, por detrás, falda abierta lateral, tacones altos ¿De dónde los habrá sacado?

-Joder, que pibón iba en este barquito, comenta Paco. ¿Alguien la conoce?

Alicia se ríe mientras da unas vueltas sobre sí misma. -Queridos, me he vestido para que presumáis de equipo y, porque he visto que os poníais pantalones largos, eso si es un gran cambio para mis ojos.

Lo primero será elegir el restaurante que, dada nuestra economía, no va a ser lujoso, pero no por ello no vamos a disfrutarlo tras estos días de menús minimalistas. Al salir del amarre podemos ver al capitán del pequeño velero ruinoso, pero cargado de bultos en toda la cubierta (velas de recambios, una dinghy desinflada con sus remos, un mástil de madera atado a la borda, que suponemos que es de recambio, mantas tapadas con plásticos, muchos cabos adujados, piloto automático de viento en la popa, eso es, poco o nada de electrónica, pero un almacén flotante.

El nombre del velerito es Stjärnfall, escrito a mano en ambas bordas de la popa.

-Good afternoon neighbor- Paco se adelanta con un saludo.

El capitán está sentado en su pequeña bañera, fumando en pipa, y leyendo un libro a la luz de una pequeña lampara. Junto a él, todavía hay restos de una pizza que seguramente fue su cena.

-Hola amigos, bienvenidos a Lanzarote ¿De dónde vienen? (En inglés)

-Desde España y rumbo a Cabo Verde como siguiente parada. ¿Ud.?

-Mi última recalada fue en Lisboa, pero salí hace dos meses desde Suecia. Ahora llevo aquí quince días, “no sé si quedarme definitivamente con este clima”, aunque mi siguiente destino será Martinica en el Caribe. De momento haciendo algunos trabajos, soy ebanista, para conseguir mejorar mi economía y dar el salto. Si necesitáis algo será un placer colaborar con vosotros. Mi nombre es Liam.

-Gracias Liam, tenemos poca madera en nuestro velerito, pero seguiremos en contacto, acabamos de llegar y estamos muertos de hambre. Si lo desea puede unirse.

-Vaya, acabo de comerme una superpizza, si sigue la oferta me uniría mañana, gracias.

-Espere. Raúl, ¿Podemos adelantarle unas cervezas a Liam?

-CLAROOOOO. Espera que traiga alguna.

En un par de minutos Liam tiene junto a él una caja de 24 cervezas, eso si, no muy fresquitas, aunque parece que no le importa nada, y lo agradece con una gran sonrisa y un fuerte apretón de manos a cada uno de nosotros.

Nos despedimos y seguimos nuestro análisis de alternativas para la cena. A los pocos metros encontramos un restaurante con especialidades orientales, que nos convence, tanto por exótico como por precio.

Nos sentamos en la terraza exterior donde disfrutamos de un desfile de modelos de diferentes estilos. Parejas muy elegantes, casi de boda, chicas con transparencias, mientras otros viandantes van de hippies, también hay muchos puestos de artesanos y otros figurantes que ofrecen su pequeño espectáculo (malabaristas, disfrazados estáticos, tatuadores etc.), que junto a los camareros Drag Queen del bar vecino, hacen muy divertida la situación. La música de los diferentes establecimientos se mezcla y apenas puedes reconocerla, pero nosotros estamos enfrascados con nuestros platos, y un par de botellas de vino blanco malvasía, que nos sabe a gloria tras tanta cerveza.

La mesa se ha llenado de platos multicolores, tallarines, arroz, tofú, verduras, todo ello aderezado con salsas de todo tipo, carne, pollo, pescado, y esa combinación que es muy oriental de “familia feliz”, además de sushi y sashimi, que acompañamos con el excelente vino, muy fresco. Alicia a pedido que traigan la salsa más picante que tengan y la prueba, tras la advertencia del camarero sobre ella. PELIGROSA, según él.

-Alicia la prueba- Mmmmmmm, solo para entusiastas, pero me parece muy equilibrada y deliciosa, me recuerda a este wahabí que han puesto junto al sushi, pero con más sabor.

Yo no entro en el juego, pero Paco se apunta rápidamente.

-Me encanta el picante, aunque siempre uso Tabasco, soy adicto y no me afecta al estómago. Estas mezclas caseras acostumbran a ser indigestas con problemas de entrada…”y de salida”. Bueno, esta es flojita ¿no?

-Vaya, pues a mí me parece bastante fuerte.

Prueban ambos las dos salsas de forma directa, una cucharada de wahabí y otra del más peligroso, y ambos ni pestañean, aunque tras la cucharita se toman un vaso grande de vino sin apenas respirar.

Javier se anima para dar su opinión- No estoy muy acostumbrado, pero me habéis picado y ya he probado el wahabí que me parece “la hostia”, dejarme ver este nuevo.

Toma una cucharita, y la llena con la salsa roja, poniéndola en su boca directamente. Inmediatamente, cambia su sonrisa por una mueca de pánico cerrando los ojos y, sin mediar palabra, con la mano en la boca, sale disparado de la mesa. Nos quedamos mudos pero expectantes a ver que sucede.

A los dos minutos, aparece Javier de nuevo, sudado, rojo, con la camisa mojada y desabrochada.

-Chavales, esto os va a perforar el estómago, no es para seres humanos.

En los siguientes diez minutos, él solito se ha bebido una botella de malvasía, y ya se le empieza a notar en la forma que mira a Alicia y Paco de forma alternativa, ambos discutiendo sobre los diferentes niveles de picante. Alicia nos cuenta que, en Italia, hay tiendas exclusivas solo para vender salsas picantes, de diferentes sabores y niveles de picor, un negocio creciente, y que los turistas compran como recuerdo.

Terminamos la cena y, animados por el Drag Queen, que ha contemplado la secuencia del picante desde el bar de música vecino, nos animamos a cambiar de ambiente. Ahora sí, dentro del local hay buena música, y un ambiente mezclado de estilos que, con los efectos de luz, dos gyn-tonic por cabeza y mucho baile de amateurs muy motivados, crea un ambiente muy divertido. Hay un mix de estilos muy dispares, que casi se asemeja a carnaval, otro Drag Queen baila subido a un podio, y un grupo de amigos celebran algún cumpleaños con botellas de cava que abren con el aplauso de todos. Javier que ahora está espabilado, pero disperso, mirando a todos los lados intenta mantener una conversación con un andrógeno de pelo rubio-rojo, con camisa caribeña, abierta hasta la cintura y con el pecho depilado, yo intento mantener una conversación en italiano con un par de muchachas, que más que bailar se dedican a hacer un reportaje del lugar, y agradecen que les invite a unos tragos, Paco y Alicia bailan, beben y, desparecen a ratos para fumarse un porrito en la terraza.

A las doce y media veo a Javier que baila con el andrógeno, y yo he logrado convencer a una de las chicas para que salgamos a un lugar donde podamos hablar. Paco y Alicia están ilocalizables. Un rato después, a la vista de que no somos compatibles, PARA NADA, con esa bella italiana que, además dice debe irse porque tiene hora límite de llegada al hotel, decido irme a dormir.

Saliendo del paseo principal, los pantalanes donde se halla el AYO están ya vacíos, y solo el vecino de 22 metros mantiene la cubierta con alguno de sus ocupantes y un camarero dispuesto a servirles lo que les ocurra, cuando se les ocurra.

Voy a saltar al AYO, cuando un gemido me detiene.

Parece que Alicia y Paco han decidido culminar la noche con algunos mimos, así que vuelvo a un bar cercano donde encuentro al comodoro con una mujer de unos 30 años muy atractiva y morena, él vestido hasta con la gorra correspondiente que le da un porte de persona importante y al cual le saludan muchos al pasar.

-He Raúl, que haces solo. Siéntate con nosotros un rato. ¿Qué te apetece?

-Gracias, casi estoy de vuelta ya, pero acepto una tónica SOLA, “mi límite de alcohol ha sido superado ya”.

-Te presento, Charlot, una muy buena amiga, también navegante pero que ya lleva un par de meses en el puerto. Sus compañeros no pueden volver a navegar hasta el mes que viene, así que hemos aprovechado para conocer la isla. Estamos pensando si vendemos su barco y se queda definitivamente ¿Verdad?

-Ella, hace una mueca coqueta y pellizca la cara de Luis, el comodoro.

-Pues no está mal como plan de vida, ambiente, clima, mar, buen vino, comida divertida, y siempre podrá navegar contigo.

Charlot se anima y se interesa por nuestra travesía. Fotógrafa de profesión ha hecho un reportaje increíble de la isla, con tomas muy creativas, y que insiste en mostrármelas desde su teléfono, dándome detalles técnicos sobre cada una de ellas, mientras Luis termina la explicación, indicando donde se ha tomado la imagen y las cosas interesantes que rodean a la misma.

Yo, que no se mucho de fotos creativas pero se valorar la belleza de las mismas, apunto diferentes adjetivos para valorar su trabajo, “magnífica”, “vaya contraluz, excepcional”, “esta debe ser muy complicada de tomar”, “imposible mejorarla”…..

Ya son las dos de la madrugada, y empiezo a estar cansado de tanta foto, y un poco mareado, ya que las tónicas han pasado a gyn-tonic hace ya mucho rato.

-Charlot, Luis, creo que debo retirarme y ver cómo está mi tripulación, no sea que deba ir a rescatar a alguno por estos bares. Buenas noches y gracias por la velada. Charlot, felicidades por tu gusto y profesionalidad. Me inspiraré en tus imágenes para visitar la isla.

Vuelvo al AYO y, ahora sí, parece que todo está en calma. Salto a la bañera y bajo hacia mi camarote. En el camino observo que Alicia y Paco están dormidos en el camarote que comparten Javier y Paco. Javier no parece que haya terminado su fiesta, pero ya es mayor y espero que no se pierda, así que me duermo en pocos segundos.

A las diez de la mañana me despierto y al levantarme veo que solo queda Javier en el barco, durmiendo en el camarote de Alicia, así que salgo del barco, con mi neceser y toalla, rumbo al baño.

A la salida del baño veo a Alicia y Paco que están tomando un café en el bar cercano.

-Buenos días chicos. ¿Cómo fue ayer? ¿A qué hora habéis amanecido? ¿Algún plan?

-Vaya, cuanta pregunta. Ayer muy bien todo, nos fuimos pronto a la cama, y hoy hemos dado un paseo a las 9 de la mañana para ver si se puede hacer alguna excursión…no plan todavía. Contesta Paco, con Alicia asintiendo.

-Muy bien, yo estuve con el comodoro y su novia hasta las dos, y me dieron algunas ideas de lugares preciosos que podemos visitar. La isla es pequeña, y en pocas horas podemos atravesarla, pero hay que detenerse en los puntos clave para disfrutarlos. Desayuno algo y cuando aparezca Javier podemos organizarnos ¿a menos que queráis ir solos en ese plan?

-¿Solos? Noooo, esto es un equipo. Veamos que nos propones con esa información recibida, “si es que te acuerdas de ella”. Contesta Alicia.

Una buena tortilla de patatas, con cebolla claro, unas tostadas, y un excelente café, me devuelven a la vida. 25 grados y sol, todo un lujo. Alicia y Paco quedan encargados de alquilar un pequeño coche para dos días, y yo vuelvo al barco para ver si Javier sigue vivo.

Javier sigue durmiendo y ya son las once y media, me visto y le despierto despacio para no alterarle. Abre los ojos con ciertos problemas por la cantidad de luz que entra de golpe en ellos, me mira…

-Raúl, que alegría verte y que dolor de cabeza, por Dios, dame algo para calmarlo.

-Ayer, no sé a qué hora llegué, pero fue después del cierre del bar en que estábamos. Conocí a un individuo, creo que se llamaba Nacho, muy divertido. Era de Chamberí y trabaja en un restaurante como chef, pero ayer libraba, así que después del Bar fuimos a comer algo a su casa que está a solo una calle del puerto. Cocina delicioso, pero empezó…uffff, a ponerse cariñoso, y se había confundido conmigo, era bisexual, según él, y creía que yo también lo era. Me asaltó con un beso EN LA BOCA, y metiéndome mano, tuve que salir corriendo de su casa porque estaba muy enfadado al haberle rechazado. Que mal rollo.

Le doy un vaso con una aspirina para que pueda bajarle el dolor, y me pide que le deje un rato más hasta que se calme. Quedamos en el bar junto al baño en treinta minutos.

A la una estamos los cuatro tomando sendas botellas de agua en una mesa, y comentando los posibles planes del día. Visita a una bodega donde dan un menú típico de la isla, y por la tarde un mercadillo en el centro de la isla. La noche, cada uno libre y sin compromisos, pero ya se verá. También quedamos en que deberemos hablar del futuro inmediato, pero no queremos precipitarnos y decidimos que esto lo haremos en un par de días, de momento, relax, aunque si decidimos que la salida será en un máximo de 5 días.

El resto del día es tranquilo y divertido, buena comida, y un mercadillo local que, aunque muy turístico, estaba amenizado con una banda de rock. Alicia tardó 3 horas en hacer un mapa mental detallado de cada puesto, Javier le acompañó, y Paco y yo tomando varios cafés disfrutando de la música. Ni una palabra de su noche apasionada y yo, discreto, sin mostrar ningún interés, aunque intrigado por lo que puede significar de cara al futuro del equipo.

A las 10 de la noche volvemos a estar en el AYO, Liam nos saluda, y hace una señal con la mano para que nos acerquemos.

-Chicos, me gustaría enseñaros algo a ver si os puede interesar- Entra en su camarote, solo tiene uno. Y sale de nuevo con una bolsa grande que abre delante nuestro.

-He visto que no tenéis radar y, para la travesía puede ser muy útil. Como veis yo no llevo electrónica, ni la necesito, pero compré este a un barco que lo cambió antes de salir para la travesía, y os lo puedo vender, el plotter no es muy nuevo, la antena es más actual, pero funciona todo perfectamente. Lo vi antes de desmontarlo. Hacerme una oferta y no solo os lo vendo, también lo instalo.

-Vaya, que sorpresa, déjanos pensar en ello, no sé si nos cabe en la mesa de cartas y debemos hablarlo. Hemos llegado aquí sin esta tecnología, y no se ahora mismo si es tan importante. ¿Nos dejas hasta mañana para decidir? Le contesto

-Muy bien, lo reservo hasta mañana. Gracias por las cervezas siempre son bienvenidas en el Stjärnfall.

Nos sentamos en la bañera con una cerveza y comentamos esa oferta. Para Paco si es una buena compra si la deja a buen precio. Cree que no lo ha comprado, sino que se lo han regalado, y le va a ser muy difícil venderlo ya que casi todos los barcos llevan ya esta tecnología o AIS y, por otra parte, los que no lo llevan han decido ir sin ella. Solo sería útil para alguien que tenga estropeada la antena o el plotter, y lo debería vender a trozos.

-Si lo vende por 500 € todo, y nos lo instala, es muy buena compra. Eso puede ayudarnos a localizar posibles barcos cercanos, especialmente de noche, da tranquilidad, quizás no hay mucho problema en medio del Océano, pero si cuando haya más tráfico, comenta Paco.

Alicia se va a dormir a su camarote original, para sorpresa mía y de Javier, que me hace una señal con sus hombros. Javier es el siguiente que se acuesta. Paco y yo nos quedamos un rato más disfrutando de la noche cálida.

-Paco, sabes que te necesitábamos para esta parte de la aventura, y ha sido un placer y de gran ayuda contar contigo, pero no sé cuál es tu plan ahora. ¿Te gustaría seguir con nosotros?

-No lo sé, debo hablar con el Hospital y decidirlo. Vosotros no tenéis fechas concretas para nada y me parece ideal, es un estilo de vida, pero he pensado mucho estos días y no sé si estoy preparado para dejarlo todo y desaparecer. Hablaré con ellos mañana y decidiré.

Seguimos comentando un poco la cena y bar de ayer, mi rato con el comodoro y novia, con mucha diferencia de edad, pero con un Luis muy tierno hacia ella, y también le comento la experiencia de Javier que nos hace reír un poco.

-El alcohol nos desinhibe y confunde mucho. Tiene riesgo, pero a veces nos hace descubrir facetas nuestras, que sobrios ni imaginaríamos. Comenta Paco.

Ya es media noche y ambos nos vamos a la cama.

Hoy es sábado, luce el sol y el puerto está lleno de vitalidad. Desayunamos en el barco con unos churros que Luis, el comodoro, nos ha dejado en la popa junto a una tarjeta de “Buenos días”.

-Que detallazo, “tendremos que invitarle a cervezas”, comenta Javier, que ha sido el que ha descubierto el regalo.

-Por cierto, Alicia, dile a Manatu que nos mande una nueva provisión, ahora para al menos 15 o 20 días, y recuérdales que sería de agradecer también un nuevo cheque.

-Alicia asiente y comenta. -Ya lo hice jefe, les he mandado un artículo muy bueno con fotos espeluznantes de los momentos más críticos de la tormenta, y están como locos de contentos. Lo del cheque se lo digo ahora, no creo que haya problemas. Me han dicho que no estaría mal tener una videoconferencia para animar a sus jefes y ver si puede ayudarnos más.

-Muy bien. Voy a hablar con nuestro vecino a ver qué precio le puedo sacar por el radar. ¿Tenéis algún plan?

-A Alicia y a mí, dice Paco, nos gustaría ir a ver los volcanes y las salinas. Además, hay un restaurante en la costa oeste del que nos han hablado muy bien. ¿Os apuntáis?

-Yo querría dar una vuelta por la ciudad y quizás tomar un baño en la playa, aun estoy recuperándome de la otra noche, comenta Javier.

-Pues yo me quedo en el barco, me apetece relax, lectura y pensar en un plan de salida, así que, cada uno a lo suyo. Divertiros.

Tras el desayuno, me acerco a ver a Lían que está revisando las jarcias de su barquito.

-Buen día Lían. ¿Una cerveza?

-Siempre hay un rato para esto. Sube, te muestro mi humilde morada.

Subo a su bañera y me invita a ver su camarote, sin entrar ya que es muy reducido. Una cama que ocupa la mitad de la estancia, en la otra un fregadero con una cocina de gas y una radio VHF, con un aparato de música con CD, que desentona con el resto del barco, muy nueva y moderna, con altavoces que parecen de muy buena calidad.

Lían me cuenta que era director de orquesta en Oslo, casado y con dos hijos, pero su esposa murió en un accidente automovilístico junto a uno de sus hijos, él perdió las ganas de vivir y se alcoholizó. Tras dos años internado, y con su hijo viviendo junto a los abuelos, decidió que necesitaba salir de su entorno, y se echó al mar con la intención de navegar hasta que recobrara las ganas de vivir o, simplemente, naufragar. Al principio creía que no sobreviviría a ninguna travesía, menos en esos mares nórdicos que son duros y fríos, pero poco a poco está recobrando las ganas de vivir, y ha renacido su pasión por la música. El aparato de música lo ha comprado en Lanzarote junto a un montón de CD de música clásica. Incluso hizo ya varias llamadas a su hijo para decirle que lo añora, y que volverá para estar con él, aunque quiere darse aun unos meses para acabar de sentirse con ganas de volver a su mundo anterior.

-Veamos, no estamos seguros de que el radar sea necesario, pero si es cierto que podría servirnos cuando lleguemos al Caribe, aunque dependerá del precio. Nosotros, como ves, no somos el yate de nuestro estribor, solo un grupo de locos en aventura sin destino y un cascarón que hemos recobrado del desguace.

-Esto no va a ser un problema, yo no lo voy a usar así que, si pensáis que os puede ser útil, os lo instalo y me dais lo que creáis aceptable.

-¿Qué te parece 600 euros?

-Hecho!, si me dejas ver la instalación puedo hacerme una idea del tiempo necesario y elementos adicionales que preciso para la instalación. Yo ayudé a desmontarlo y tengo todos los esquemas muy frescos.

Vamos juntos al AYO y el resto de mi tripulación ya se ha ido. Lían entra en el interior y se maravilla del espacio disponible, comparado con el Stjärnfall. En pocos minutos ha desmontado el cuadro de electrónica y visualizado como integrará el nuevo radar.

-Si me dejas, puedo empezar ahora mismo. Instalo hoy la antena, y cuando me haga con el cable que me falta, acabo la parte interior.

-Claro, te ayudaré y así aprendo por si luego hay algún problema. Soy bastante malo en electrónica. ¿Otra cerveza?

Pasamos el resto de la mañana en esa tarea, comemos juntos en el bar anexo, y por la tarde ya tenemos instalado el radar en lo alto del mástil.

Desde la bañera, con otra cerveza, observamos que ha quedado perfecta la instalación, incluso le da un aspecto más seguro y marinero al AYO.

-Buenas tardes marineros, veo que los aventureros se unen. Es Charlot desde el pantalán. ¿Me dais permiso para haceros una foto?  Lo vuestro me parece mucho más auténtico y emocionante que el viaje de placer de esos yupis del yate de al lado. No me importaría acompañaros, soy de mucha adrenalina, “aunque no se si tanta como para ir con Lían”.

Miro a Lían como pidiendo su opinión para la foto.

-Claro señorita, no llevo cámara de fotos, “pero le diré dónde puede mandarme los ingresos por derechos de imagen”. Contesta Lían.

-Por favor, Charlot, tomate una cerveza con nosotros, sube a nuestro yate y disfruta de los lujos que tenemos, ahora con radar incluido.

A las 8, ya de noche, llega Javier y se une a la tertulia. Lían se ha tomado ya su décima cerveza, y nos ha dado un curso de como tomar marihuana con pipa. Los tres estamos muy alegres conversando sobre las anécdotas de Lían en sus viajes, navegando con nieve antes de llegar a Bélgica, quedándose sin nada en cubierta durante un temporal en el norte de España, sobreviviendo con un mínimo de comida, y solo con algo de pesca durante 5 días, que se quedó al pairo y sin gasolina en su pequeño motor fueraborda. Aunque, como dice él, nunca sintió miedo porque ya casi estaba muerto por dentro. Ahora va a ser más cauto, quiere volver a ver a su hijo.

Javier está relajado y muy colorado, se quedó dormido en la playa, sin protector solar. Charlot le aplica una crema que lleva en su bolso para reducir los efectos colaterales, Javier lo consiente, sumiso y sonriente.

A las once de la noche llegan también Alicia y Paco. Nos explican su excursión, aunque a esas alturas de la noche, y con el estado en que estamos el resto, no se les presta mucha atención.

Charlot, que está sentada a mi lado en la, demasiado pequeña bañera, para tanto público, me roza la mano y me sugiere susurrando, que tomemos la última copa en un local que ella conoce de muy buena música en vivo.

-¿Por qué no? La noche es joven. Incluso podemos tomar algo de comer por el camino, le digo acercándome a su oído.

-Vamos a dar un paseo, no me esperéis despiertos, por favor. Comento al resto.

-Yo también me voy, mañana quiero seguir la instalación y también debo poner el Stjärnfall a punto, creo que saldré pasado mañana hacia el Caribe. Con mi economía más saneada ahora puedo permitírmelo, dice Lían.

Dejamos al resto en el AYO y salimos hacia la pizzeria cercana con Charlot, no sin antes ayudar a Lían a saltar a su morada, ya que no estábamos seguros de su equilibrio a esas alturas.

A las doce ya estamos en un local cerca del puerto, que ni siquiera está anunciado en la puerta. Un viejo almacén, bien insonorizado, con un ambiente muy cargado y música en directo. La banda que hay hoy es un mix de música de los 70, con algunos temas actuales. Apenas se puede hablar, y casi no se puede ver, debido al humo existente, no parece que se hayan enterado de las restricciones sobre fumar en interiores, aunque la mitad de ellos asumimos que son de marihuana. Moteros, roqueros, mochileros, nada de las ropas de moda que podemos ver deambulando por el puerto.

Estamos sentados en una esquina lejana al escenario, aunque se hace difícil mantener una conversación. Charlot me pregunta por nuestro destino y yo intento contarle algo de los planes, cuando ella se acerca para, al parecer, oírme mejor, y me encuentro con un beso intenso en la boca.

Nos fundimos en una secuencia de caricias y besos que parece sin fin, apoyados contra el cutre-sofá en el que estamos sentados.

-Me encantaría mostrarte mi velero. Ahora es solo mío, y un poco más espacioso que el tuyo, además, tengo más bebidas que solo cerveza, y preparo unos cocteles que me han hecho famosa en el Atlántico ¿Nunca has oído hablar de los cocteles de Charlot?

-“Pues vamos, ya me estaba quedando sin voz aquí dentro”.

En menos de quince minutos estamos en un camarote que es igual que los tres del AYO juntos. Hemos subido a su velero, y desde la cubierta al camarote, ya nos hemos medio desnudado, dejando un reguero de prendas por el camino.

-Espera, te prometí un coctel y no quiero que esto sea tan precipitado, déjame tomar aliento.

Me deja en el camarote y sale al comedor. Inmediatamente suena un blues suave y en tan solo un minuto entra de nuevo, ahora, con dos copas de bebida de color violeta con una rodaja de naranja que, unido a su diminuto tanga rojo, forma una combinación demasiado sensual para dedicarse a conversaciones.

-Un “Parfait amour”. Creo que es adecuado para esta ocasión ¿Te parece?

Me levanto de la cama y tomo las dos copas, depositándolas delicadamente en un estante lateral, mientras mis labios quedan unidos a los suyos. La tomo por la cintura y la dejo caer suavemente sobre la cama arrodillándome delante de ella, mientras el tanga va cediendo entre mis manos.

Son las ocho de la mañana y me despierto con una necesidad urgente. Tras relajarme vuelvo a la cama donde ese cuerpo espectacular sigue durmiendo. No tengo ni idea de cuando terminó nuestra apasionada fusión, pero creo recordar que el barco escoraba a ambos lados, y espero que tenga un buen sistema de insonorización que impidiera despertar a todo el puerto.

Preparo un café mientras empiezo a racionalizar la situación, Charlot, comodoro, puerto, planes entre ellos……uffff. Salgo un momento a cubierta para ver si hay espectadores y no, afortunadamente, parece todo tranquilo. El AYO está en un pantalán a unos 200 mts, “así que no estamos tan cerca como para que se hayan oído los gemidos”.

Bajo de nuevo a la cabina y no me atrevo a despertar a Charlot, así que me tomo el café y dejo la cafetera llena con una nota para ella. “Buenos días preciosa, no sé cómo explicar lo de ayer, pero fue una experiencia increíble. Si llego a saber que estabas aquí y que esto sucedería, volvería a pasar cuantas tormentas hicieran falta.”

Quince minutos después estoy en el AYO con unas pastas que he comprado en uno de los bares cercanos.

-¡HOLAAAAA A BORDO! Buenos días, el desayuno está en cubierta.

Están todos despiertos, con el café hecho y las mochilas llenas.

-¿Otra excursión?

-No, hemos reservado un paquete de buceo para los cuatro en un lugar con pecios y mucha vida. Ayer durante el recorrido coincidimos con uno de los buceadores de una escuela de buceo, y dijo que nos informaría si podía organizarla para nosotros. A las 8 nos ha despertado con la noticia de que está todo listo, comenta Paco.

-Por cierto, te veo un poco ojeroso, “espero que no haya sido muy dura la noche”.

-Pues si ha sido durísima, pero he sobrevivido, y esas ojeras son de felicidad, no de cansancio. Me vais a perdonar, pero no puedo venir con vosotros, Lían debe terminar la instalación y no quiero dejarlo solo en el AYO y, si lo hace pronto, intentaré recuperarme con una buena siesta.

-Muy bien, oye, a ver qué haces, esta es solo una escala, y debemos seguir el viaje, que no te líen, al menos no tanto que afecte a nuestra aventurilla, apunta Alicia.

Tomamos el café con las pastas y, ahora sí, atendemos a las experiencias que tuvieron el día anterior. Prometo intentar conocer un poco más la isla cuando Lían termine.

A las diez y media, mientras me tomo el tercer café, veo a Lían con una bolsa grande que se acerca desde el puerto. Lo veo eufórico, recién afeitado, con una camisa limpia blanca y un pantalón corto, parece ropa nueva.

-Hola socio, todo en orden. Tengo el material y ya he encargado los víveres de mi siguiente etapa. Hoy voy a terminarlo, así podré pagarlo mañana cuando los traigan.

-Claro, me he quedado para echarte una mano, no quiero que pierdas el día de salida por mi culpa, pero también te digo que vamos a pillarte por el camino, “aunque solo sea para abastecerte de cervezas”.

Al medio día parece que el nuevo radar funciona sin problemas, mientras me está demostrando el uso de este, oímos al comodoro.

-¿Alguien a bordo?

Reconozco la voz de Luis, y se me eriza la piel. Es Lían el que contesta.

-Hola comodoro, como va este día. Ya hemos terminado con la instalación, y estos chicos ahora están mucho mejor preparados para la travesía, ¿Quiere verlo?

Me recupero del susto al ver que Luis sonríe desde el pantalán.

-Luis, pasa y tomate una cerveza.

-Lo siento, “no puedo tomar en horas de guardia”, solo pasaba a saludaros, y como Lían se va mañana por la tarde, quería proponeros que cenáramos juntos esta noche. He invitado también al armador del velero de 50 pies, y al capitán del yatazo vecino. Creo que será bueno conocer las ideas de todos para que Lían, que va en bolas, es decir, sin electrónica, pueda tener todas las opiniones. ¿Cuento con vosotros?

-Seguro que sí, allí estaremos.

Veo a Charlot que se acerca sonriente.

-Hola Luis, hola chicos. Qué día más hermoso ¿No? ¿Dónde estaremos? Le da un beso en la mejilla a Luis.

Luis le cuenta el plan y, por supuesto, se apunta sin dudarlo. Ambos se van, cogidos de la mano, hacia capitanía del puerto.

Me quedo un poco sorprendido de la escena, pero me relaja pensar en la naturalidad con que se ha desarrollado. Todavía no se si es bueno o malo, pero si me alegra saber que, de momento, todo esta…como debe estar.

Abono el trabajo a Lían y me voy a la siesta. Me despierto a las 6, cuando llega mi tripulación con gritos desde la bañera.

-No sabes lo que te has perdido, espectacular, hemos buceado a 20 metros, con visibilidad nítida de más de 40 metros. Meros, sargos, dos morenas, un congrio, dos pulpos. Somos pro, “el guía nos ha preguntado por nuestros títulos de buceo”. Le hemos dicho que somos Dive Master. Javier está entusiasmado.

Alicia y Paco, de la mano, sonríen la explicación de Javier.

Les enseño el radar, y les explico el posible uso nocturno, del cual se alegran.

-Será muy reconfortante conocer las opiniones de esos marineros, además quiero saber cómo se lo va a montar Lían. Dice Alicia. -Ese si es un aventurero y con recursos personales, lástima no hayamos podido aprender más de sus técnicas de orientación. Pero seguro que seguimos disfrutando de sus experiencias durante la cena.

A las 8, Lían está en el pantalán reclamando nuestra presencia.

-Vamos muchachos, un buen marinero nunca llega tarde a una reunión.

Todos estamos ya listos, llevamos algunas botellas de vino, y saltamos a su lado agarrándolo por los hombros entre Javier y yo.

-Es un honor compartir la cena contigo, veamos que nos cuentan estos expertos de los superyates, aunque navegar con esa tecnología debe ser mucho más fácil que con la tuya. Debo decir que te admiro, y te deseo que sigas el resto de tu viaje con la misma, o mejor, suerte que hasta ahora. Ojalá nos veamos en un siguiente puerto.

-Bien pues, os esperaré allí, si no tardáis mucho.

Vamos al restaurante de la cita, y vemos que ya están en la mesa Luis y Charlot, con 4 personas más. Charlot está bellísima, con una sencilla camiseta ceñida donde se nota que no lleva nada debajo, Luis y dos de los comensales están con uniforme, los otros dos, un moreno que parece latino, y una pelirroja de ojos azules, con camisas azul marino, que llevan grabado “North Star”, el nombre del velero de 50 pies.

La conversación discurre en inglés, con algunas palabras en espanglish, y otras en francés.

Luis nos introduce a todos los presentes, haciendo una breve historia y planes de cada uno, con énfasis en Lían, que saldrá mañana y sin electrónica.

Los dos grandes veleros saldrán en 3 días. Han estudiado las condiciones meteorológicas y son las idóneas, recomienda a Lían hacer lo mismo, dado que se esperan fuertes vientos de Fuerza 6-7 para los siguientes dos días, aunque no le convencen.

En su travesía tienen previsto una parada en Cabo Verde, donde se puede repostar agua y fuel, si es necesario, además de comer ricos guisos de pescado y una receta que ha permanecido en esa antigua colonia portuguesa, el “bacalo o brass”. Tampoco eso seduce a Lían que mantiene su idea de hacer la travesía directa hasta Santa Lucía, dado que la parada en Cabo Verde le desviaría de la ruta más corta.

Jerry, el capitán del velero de 22 metros ha traído impresos partes de viento para los siguientes cinco días. Los dos grandes veleros tienen BLU, una emisora de onda corta que les permitirá estar en contacto durante la travesía. Nosotros nos apuntamos en salir con ellos, y nos mantendremos en contacto a través de VHF, al menos durante el tiempo que tengamos cobertura entre los barcos.

Luis ejerce de anfitrión coordinando, y sintetizando las recomendaciones a las cuales añade sus conocimientos derivados de sus viajes, y de los otros barcos que han hecho la misma travesía. Charlot sonríe y le anima, mientras, por debajo de la mesa y con sus pies descalzos, me acaricia sobre mis sandalias. Eso me pone muy nervioso ya que Javier se ha dado cuenta de que “algo pasa” entre los dos. En un momento dado arquea sus cejas como diciendo “vaya marrón”.

A las 11 de la noche ha concluido la cena, hemos vaciado nuestras botellas de vino, y tres más. El coste de la cena ha sido abonado por los superyates, parece que han pensado que sería una buena contribución a la causa, eso sí, no nos hemos resistido NADA.

Al despedirnos, Charlot que ha sido la última en salir, me ha dejado una nota en el bolsillo de mi pantalón mientras me daba un beso en la mejilla. Luego cada uno a su velero, y Luis con Charlot. Paco le pide a Javier si le puede dejar el camarote para que esta noche estén Alicia y el juntos, a lo que Javier accede sin poner ningún pero.

A los pocos minutos de la llegada al barco oigo los ronquidos de Javier y, poco después se acompasan con los gemidos retenidos de Alicia, que se suceden varias veces durante la noche. Javier no se despierta, pero a mí, no solo me despiertan, también lo hace el balanceo del AYO, y algún que otro ruido contra el mamparo del camarote. Por fin, a las 4 de la madrugada todo se calma y puedo dormir el resto de la noche.

Amanece nublado, pero con buena temperatura, miro desde el camarote, y puedo apreciar que Javier y Paco ya no están, parece que salieron, o a desayunar o a comprar algo para hacerlo todos juntos. Oigo a Alicia que trastea en la pequeña cocina, solo con su parte inferior del bañador. Salgo algo dormido con el olor muy agradable de café.

-Buen día Alicia ¿Descansada de tanto trajín?

-Mucho, me encuentro muy a gusto con lo que vivo con vosotros, la pena es que Paco parece que ha decidido dejarnos cuando salgamos para la siguiente etapa.

-Vaya, no me ha dicho nada todavía.

-Si, fue ayer noche que lo estuvimos hablando. Se encuentra bien, pero cree que no puede dejar su puesto actual en el hospital, desea hacer un curso de especialización e involucrarse más en su profesión, Añora Salamanca y ha superado lo de su ex, parece que conoce a una chica allí, dice que se la recuerdo, y que quiere intentar crear una pareja estable. Ya ha comprobado que no es aventurero de verdad.

-¿Y tú? Pensaba que había algo entre vosotros.

-Es entrañable, inteligente y divertido, me gusta y seguiría con él si nos acompañara, pero ni siquiera me pasa por la cabeza ir a Salamanca para sentar mi culo en un despacho con la rutina del día a día. Al menos todavía no. Tampoco lo veo como una pareja para siempre, así que aprovecharemos lo que nos queda juntos y luego “chiao”.

-Vaya, pues lo siento, pero me alegro de que sigas con nosotros, seremos menos, y tu experiencia es imprescindible en los momentos críticos, que espero sean pocos.

-¿Dónde están los chicos?

-Han dicho que van a comprar unas langostas a un puerto pesquero cercano. Ayer uno de los invitados en la cena, comentó a Javier que, si iban temprano, podrían hacerse con algunos buenos ejemplares recién pescados. También pensaban pedir a Luis que nos dejara usar una cocina de capitanía para poder prepararla. Paco sabe cómo hacerlas, ya que en el Caribe las comieron casi cada día, hasta que empezaron a aborrecerlas. Creen que será una buena despedida para Lían, luego él, ya tendrá que lidiar con su dieta de latas de conserva, y la pesca, para el resto del viaje.

-Muy bien, nos vestimos y te invito a desayunar ¿Hace?

-Hace.

A punto de salir del AYO, cuando aparece en el puerto una camioneta de Manatu que rápidamente se acerca hasta nosotros.

-Buen día ¿Alicia?

-Yo misma, buen día, que puntualidad señores, perfecto. Por favor, descárguenlas aquí fuera, y las iremos trasladando cuando sepamos donde colocarlas.

-También me han dado esta bolsa para Uds.

Alicia abre la bolsa y vemos 8 camisetas rojas, bordadas con el nombre del AYO, y el de cada uno de nosotros en el frontal y, por detrás, la frase de “Manatu crew”.  Además, parece que son de la talla exacta. Lían que oye ruidos y aparece en cubierta de su velerito. Desde nuestra posición oímos como suena una melodía clásica procedente del Stjärnfall.

-Buen día Lían, aquí llega parte de nuestra carga para la travesía, si te cabe, puedes llevarte un par de cajas. Creo que no serán suficientes para toda la travesía, pero de tanto en tanto, te recordarán la civilización.

-Pues mira, antes de que te arrepientas las voy a coger, hare sitio, “aunque tenga que dormir en cubierta”.

-No me arrepiento, únete a nosotros para tu último desayuno en tierra.

Dejamos la carga en el muelle de momento, y procedemos a desayunar sin perderlas de vista. Lían nos cuenta que vuelve a estar muy ilusionado. Sus objetivos han pasado de “en el océano hasta que muera”, a “termino mi primer objetivo de navegación, y me olvido del océano” y este primer objetivo estaba fijado para Santa Lucia en el Caribe. Nos dice que, con lo que ha pasado hasta ahora, está seguro qué lo hará sin problemas e incluso puede esperarnos allí, si nos apetece, para celebrar su vuelta la civilización.

Casi ya terminado el desayuno, Lían debe salir corriendo hacia su barco, porque ve llegar al transporte del supermercado con el pedido que había hecho el día anterior.

Alicia y yo nos quedamos relajados con el tercer café de la mañana.

-Por cierto, Raúl, me tienes que contar algo de tu “otra vida”, lo tienes muy en secreto, pero creo que lo he adivinado.

.¿Qué? ¿Yo? No es nada, solo alguna fiesta privada sin importancia.

-YA!, Ayer al despedirnos vi a Charlot que te colocaba algo en el bolsillo, y no creo que fuera accidentalmente ¿Verdad?

Saco lentamente la servilleta que aún tengo en el bolsillo, se me había olvidado, y se la muestro.

Alicia lo lee, “Aunque no estuvo nada mal, me gustaría mejorarlo, Mon Amour.  Mañana 10 pm”. -Joder Raúl, a ver si el que no va a venir a la travesía eres tú, como se entere Luis.

-Fue una encerrona que me atrapó, aunque no me resistí demasiado, y Charlot es una bomba sensual. Pensé que había sido solo un capricho momentáneo de ella, al verla ayer tan cariñosa con Luis, pero sí, ahora estoy un poco acojonado y, al mismo tiempo, me parece una traición a Luis. No sé qué hacer.

-Adultos, sin compromiso, al menos que sepamos, apasionados, con capacidad de decidir y, “solo se vive una vez”. Si a ella no le afecta a ti tampoco debería, aunque entiendo tu preocupación por esa deslealtad con Luis que se ha portado de puta madre con nosotros.

-Eso, aunque ella dice que es solo un buen amigo hasta que llegue su tripulación, difiere mucho con los sentimientos que percibo desde Luis.

-“Y si lo hablas con Luis”.

-En eso estaba pensando, quizás deberíamos ir los dos esta noche, y hace hacer realidad los sueños húmedos de Charlot. Todo se aclararía y quizás a Luis también le gustara un trio.

-No creo que sea buena idea, así que tu verás que haces. Si fuera yo, iría sin dudarlo, estaremos aquí dos días más, y hay que disfrutar cada segundo. Todos somos adultos. Luis es muy mayor para ella, no creo que sinceramente piense que podrían ser pareja, aunque luce mucho tener esa belleza a su lado durante los paseos dentro del puerto.

Aparecen Javier y Paco, con una gran bolsa “de rafia”, casi me alegro más por la bolsa que por las langostas que están dentro, nos será muy útil si pescamos algo. La entreabren, y podemos ver cuatro langostas vivas, de buen tamaño, capaces de satisfacer a ocho personas, si se complementa con una buena ensalada.

-Solo tenían cuatro hoy, pero son grandes, Paco sugiere hacerlas a la brasa con una gran ensalada rusa, que ya han encargado en el Bar de ayer.  Dice Javier mientras agarra una por sus pinzas que, convenientemente, han atado con una fuerte goma para que no se dañen.

– Pues nada chicos, nos repartimos el trabajo. Javier y yo procedemos a estibar las cervezas, y vosotros empezar a planificar la logística de la comida. ¿Invitamos a Lían?

-Pues claro, este buen hombre se va a enfrentar, por cabezota, a unas condiciones de navegación no recomendables, pero por lo menos lo hará con una buena despedida. Es un homenaje a los osados descerebrados, y éste lo es mucho más que nosotros.

Lían está terminando de almacenar sus víveres bajo cubierta, y ya ha colocado también las 48 cervezas que le hemos regalado.

Paco se acerca y mientras le pasa uno de los paquetes que todavía está en el muelle le dice -Lían, di que sí porque solo lo voy a decir una vez, ¿Te apetece un poco de langosta recién pescada como comida de despedida?

Lían emite una carcajada, como ha cambiado este hombre desde el primer día que le vimos, de taciturno a alegre y vivaz. -No os perdonaría que no me invitarais, pero solo si me permitís aportar un par de GRANDES latas de caviar que tenía reservadas para una buena ocasión. Creo que esta es perfecta, nunca pensé en toparme con un grupo tan entrañable Me habéis hecho cambiar de opinión y devuelto a la vida.

-Pues hecho, organizo la comida en la cocina y mesas detrás de capitanía, os quiero a todos allí a las dos en punto, sentencia Paco, mientras se va con el pesado saco y Alicia, hacía el lugar elegido.

Javier y yo empezamos a cargar las cajas de cerveza desde el muelle, tras haber decidido su distribución en el AYO, teniendo en cuenta que deben estar más accesibles que los otros alimentos y bebidas que vamos a necesitar.

-Javier, ¿Sabes que Paco nos deja?

-Si, me lo ha dicho esta mañana. Ha sido una sorpresa. Creía que iba a seguir dado su relación con Alicia, pero parece que ambos están muy seguros de que cada uno debe seguir un camino distinto. Por mi parte bien, para tener más espacio, pero creo que teníamos un buen equipo, y siempre da seguridad contar con esa experiencia. Y, por otra parte, sigo teniendo esperanzas de que Alicia se fije un poco más en mí….si es que tú me lo permites, claro.

-“Yo no tomo decisiones por Alicia”, pero si con esto me quieres decir si opto por cortejarla, no te preocupes, no es mi perfil, pero reconozco que es preciosa, divertida y muy lanzada para cualquier cosa que desee conseguir. Prepárate en caso de que vaya a por ti, “no te veo con fuerzas para resistir sus exigencias”.

-Carai, pues algún día debería ligar y ya, si no lo hago ahora que no tengo competencia y ella no puede huir en el Océano ¿Cuándo?

-Mejor empiezas a planificar la estrategia, no es una chica fácil, aunque al ser liberal puede ser que te dé una oportunidad, ANIMO.

A la una estamos degustando una de las nuevas cervezas, junto a Lían, en nuestra bañera. Veo a Charlot junto a la pelirroja de ayer noche, ambas vestidas de uniforme, mismo jersey, de “North Star” azul, y pantalón corto blanco. Se acercan a nuestra popa y nos saludan.

-Hola chicos. Lían ¿Todo a punto para el gran salto?

-Pues sí, alcohol suficiente, cebos para pesca, algo de comida, la que cabe en mi pequeño velero, y muchas ganas de partir. Si alguna de vosotras se anima, incluso puedo buscar un hueco para que esté confortable. Será una travesía emocionante.

-Gracias, casi que me apunto más con Ingrid -mira a su compañera- aire acondicionado, y camarotes amplios, además de mucha tripulación con lo cual …tomar el sol, buenos tragos y ver delfines, aunque de momento espero que llegue mi tripulación. Nos veremos en Santa Lucia si todavía está por allí.

-Voy a comer en el North Star, una magnifica paella con carabineros y buen vino local. ¿No os han invitado? pobrecitoooosssss.

-Querida, te equivocaste de fiesta, en la nuestra han venido unas magníficas langostas, que se están cocinando en este momento, así que, nada de envidias, jeje. Comento.

-Vaya, marisco, esto es muy afrodisiaco, disfrutarlas, y ya veremos el resultado. Hasta luego, ya os contaré.

Se alejan hacia el North Star, cuando Javier comenta- “vaya par de bombones”, como dice Lían, que bueno sería un viaje a dos en esa travesía que nos viene, hasta le cambiaría el lugar a Lían. No he entendido eso de “ya veremos resultado”.

-Ya sabes, “mujeres”, complicadas de entender, y enigmáticas en sus sentencias.

Lían ríe -Los puertos son lugares con un alto nivel de promiscuidad, gente de diferentes procedencias, que coinciden por unos días en el mismo lugar, y quizás nunca más se vean. Son oportunidades que algunos no desaprovechan para nuevas experiencias.

Ponemos tres botellas de vino blanco, diez cervezas, y las latas de caviar de Lían en una bolsa. Saltamos a tierra en busca de nuestra apetitosa comida, que debe estar ya casi lista.

Encontramos a Alicia y Paco sentados, fumándose un cigarrillo y hablando tranquilamente, en una mesa ya puesta para los cinco comensales, ensaladilla rusa para muchos, tres barras de pan y una barbacoa de leña con brasas en su punto. Las langostas, todavía vivas, en unos cubos con agua salada, y con dos cubos más llenos de hielo esperando las bebidas que traemos con nosotros.

-Bueno, pero que es esto, si no hay nada listo todavía. ¿Qué ha pasado?, dice Javier.

-¿Cómo que no?, contesta Paco. -Sentaros y veréis el ritual completo. Las langostas deben hacerse inmediatamente tras cortarlas, en caso contrario pierden, no solo sabor, también textura.

Paco toma un machete de grandes dimensiones y coloca a uno de los ejemplares sobre una base de madera, de un solo golpe parte en dos a la misma que todavía se mueve cuando la coloca sobre la barbacoa. Alicia vuelve la cara para no ver la escena, le parece cruel, aunque asume que Paco conoce el procedimiento y, probablemente es lo que sucede en cualquier restaurante que desee ofrecer una exquisitez de este tipo.

Un chorrito de buen aceite de oliva, unos ajitos recién cortados, un poco de perejil y una pizca de sal, es suficiente para que cada una de ellas vaya tomando el color dorado muy apetecible. A los pocos minutos estamos todos degustando la mejor comida que hemos tenido en muchos días.

Luis se acerca a la mesa y nos felicita por el menú, le invitamos a sentarse, pero rechaza la invitación ya que, también él, ha sido invitado al North Star. Le pedimos que haga una foto de este momento, y que lo muestra a Charlot e Ingrid para que puedan comparar ambas comidas. No entiende muy bien esta petición, pero la hace prometiendo que la mostrará.

A las cinco de la tarde hemos dado por concluido el banquete. Lían ha decidido que debe zarpar antes del anochecer, y estar alejado del puerto cuando caiga la noche, así que todos le acompañamos hasta el Stjärnfall.

Lían salta a la bañera y empieza a preparar todos los detalles para la partida, cuando aparecen por nuestra derecha los tripulantes del North Star, con Luis, Charlot y el capitán del megayate que cenó con nosotros ayer.

-EHHHH! Esperar, aquí nadie zarpa sin la bendición del comodoro.

Lían saluda sonriendo. -Pensaba que estaban haciendo la siesta.

-¿Y perdernos esta despedida tan entrañable? Añade Charlot.

Me acerco a la bolsa de Manatu que han traído esta mañana y tomo una de mis camisetas, lanzándola a Lían. -No es un regalo, solo un préstamo que me debes devolver la siguiente vez que nos veamos.

Lían detiene sus preparativos, se pone la camiseta, y de un salto está en el muelle abrazando a todos los presentes. Por un momento creo percibir que está a punto de llorar, pero lo reprime y se recupera de tamaña debilidad para un lobo de mar. Besa a las chicas y vuelve a su posición de capitán.

-Ayudarme, soltar las amarras por favor. ¿A ver si me pilláis? Os espero en Santa Lucia, ah y si tenéis algún problema, me podréis localizar por el canal 16, “vendré raudo a echaros una mano”.

El Stjärnfall se aparta suavemente del muelle, empujado por su pequeño fueraborda y las velas listas para ser izadas tan pronto pase la bocana del puerto. Nadie se mueve hasta que vemos que las velas empiezan a empujarlo, de forma rápida, y con más de 24 nudos de viento. El sol se pone en el horizonte, y Alicia aprovecha para inmortalizar otro momento más, las pequeñas velas en el horizonte frente a un sol rojizo que le acompaña en esa despedida, y en el muelle la imagen de fraternidad entre los amigos allí presentes.

Por un momento pasamos de la sonrisa de la despedida a una mueca reflexiva pensando en lo que le espera. No dudo que todos le deseamos sinceramente que logre su objetivo sin problemas, y creo que nadie de los allí presentes tendría las agallas para embarcarse en esta aventura en solitario, con tan pocos recursos, aunque lo que le queda de viaje es de mucho menos riesgo que lo que Lían ha atravesado para llegar aquí.

-Los siguientes somos nosotros ¿no?  Digo, mirando a los componentes de los otros Yates.

-En dos días, a las 10 de la mañana si os apuntáis, se supone, si las predicciones se cumplen. Mañana por la tarde habrá pasado esta borrasca que, por cierto, se endurece esta noche hasta los 35 nudos. Espero que, siendo vientos alisios, con orientación Sur, y olas en el mismo sentido, no sea muy duro para Lían. Dice el capitán del North Star.

-Si todo va bien deberíamos alcanzar al Stjärnfall en menos de una semana y le saludaremos de nuevo. Añado yo.

La trayectoria del Stjärnfall, aunque no pase por Cabo Verde, será muy similar a la nuestra en ese momento, y tampoco me molestaría desviarme un poco para asegurarme que todo le va bien en ese pequeño cascarón.

Recogemos todos los trastos de la comida, agradeciendo a Luis la cesión temporal de las instalaciones, y volvemos al AYO después de un café donde Paco ya me comunica oficialmente que nos deja. Como no me sorprende, simplemente le digo que siento que no podamos compartir un poco más esta aventura, ha sido una excelente compañía, y hemos aprendido mucho de él.

A las ocho y media de la noche estamos relajados con unas cervezas, y haciendo planes para la cena, una pizza ligera que hoy compartiremos solo la tripulación del AYO. Javier sugiere que podemos volver al bar de Drag Queens del primer día.

-Aja ¿Hechas de menos a tu amigo íntimo? Expone Alicia guiñando un ojo.

-“Ese día me pilló bastante perjudicado, y sin reflejos”, hoy no creo que pique. Recuerdo que, aparte de ese tipo, en ese local había muy buena música, y excelente ambiente. Veamos que nos depara la noche.

A las nueve salimos hacia la pizzería, y nos sentamos de cara al paseo por donde, de nuevo, podemos observar el espectáculo variopinto de los transeúntes. Alicia me hace una señal mirando a su reloj, con una sonrisa pícara.

A las diez hemos terminado las pizzas, y nos dirigimos hacia el bar elegido, en el camino digo que me voy a tener que despedir por una cita previa en mi agenda que había olvidado.

-¿Cómo? Y eso, ¿Te has acordado ahora? Eres una caja de sorpresas estos días, en algún momento espero nos cuentes esa doble vida, pero cuídate que solo faltan 48 horas para la partida, “no te vayas muy lejos”.  Comenta Paco.

-Prometido, estoy haciendo un proyecto de investigación internacional, un tanto inquietante, pero muy interesante, que debería terminar pronto, y que requiere de mi atención en algunos momentos. Suerte a todos para esta noche. Dejar los teléfonos activos por si requiero ayuda en algún momento.

-Inquietante. Dice Javier mirándome con sorpresa. -En fin, cuídate, “a ver si mi amigo se confunde también contigo”.

Me despido y pongo rumbo al barco de Charlot, que está solo a cinco minutos del lugar actual.

La pasarela del yate está colocada, y solo una tenue luz que procede del interior, muestra que hay vida potencial bajo cubierta.

Al subir a bordo oigo una melodía cálida que procede del interior, donde si hay luces tenues en diferentes estancias, desde el camarote de proa al comedor, con unas lámparas de tonos anaranjados. La puerta del camarote, entreabierta, aunque no deja ver el interior, y observo con sorpresa TRES copas de “Parfait amour” sobre la mesa del comedor.

Bajo, despacio y cauteloso, por la escalera que me lleva hacia el interior. Ni un ruido que índique ocupantes en el interior, así que avanzo hasta el camarote abriendo lentamente la misma.

Quedo paralizado por unos segundos, sin saber si debo quedarme o salir corriendo. En la cama están Charlot e Ingrid, ambas con camisones transparentes que dejan entrever TODO. Tiene otro coctel casi vacío en sus manos y me sonríen pícaras.

-Cinco minutos tarde, eso no es propio de marineros responsables. Ya íbamos a empezar sin ti, aunque no sería lo mismo. Ya conoces a Ingrid.

-Buenas noches, me perdonarás por haberme incluido en la velada, pero estábamos tan enfrascadas en la conversación, que se nos ha hecho tarde. Charlot me comentó su cita y me ha invitado, aunque depende de ti que me quede, o bien me vaya. Nada más lejos de mi intención que frustrar expectativas, si molesto, me voy YA. Se explica Ingrid.

-Si, bueno, no sé, yo nunca, pero…bien, supongo que bien. Si vosotras estáis cómodas, por mí no hay problemas, o eso creo.

-Ambas se ríen, olvídate de problemas, ahora los solucionamos en equipo. De momento, acércanos las copas que hay en el comedor, y vuelve a entrar acorde con el protocolo de vestimenta de este camarote.

Salgo, y rápidamente voy a la popa del barco para levantar la pasarela y evitar más invitados sorpresa en este evento, solo faltaría Luis para completar la escena. A continuación, cierro la puerta de bajada al interior y apago la luz del comedor. Ahora solo queda la luz procedente del camarote, y empiezo a quitarme la ropa.

-¿Te ayudamos? Es la voz de Ingrid desde el interior.

-Solo un momento, es que se ha atascado la cremallera del pantalón, por la presión, y ya empiezo a controlarla de nuevo.

Desde el interior oigo las risas, y tomo las tres copas con dificultad, pero controlando que nada caiga. Empujo la puerta lentamente. Ahora ya no hay camisones, sólo dos tangas minimalistas, que más que esconder nada, lo muestran todo con mayor sensualidad.

Como ya conozco la estructura del camarote, vuelvo a dejar las copas en la estantería que ya me es familiar.

Charlot se ha colocado detrás de mí, y me abraza tomando el “timón” bajo su control. Cierra los ojos, yo te ayudo. Los abrirás cuando yo te diga. ¿Entendido? Te prohíbo que te muevas hasta nueva orden, solo obedece y déjate llevar.

Asiento con mi cabeza, y en pocos segundos estoy tendido sobre la cama con muchas manos que acarician de forma poco predecible, ni intensidad, ni dirección. Unos labios se posan sobre los míos, aunque diría yo que no son los de Charlot, mientras otros toman el control de otras áreas erógenas, igual de importantes.

A los pocos minutos, una de ellas ha apagado las luces, y ahora no tengo claro quién es quién, aunque ambas son delgadas, ágiles y voluptuosas. Ya me han dado libertad y trato de ir descubriendo, por piezas, cada parte del cuerpo, y a quién pertenece, y me dejo guiar por los diferentes gemidos que me ayudan mucho a esta identificación.

Son las tres de la mañana cuando enciendo una de las lámparas laterales, exhausto pero feliz. Cada una de ellas en uno de los lados, abrazándome. Me levanto para ir al baño e hidratarme un poco y, cuando vuelvo, veo a esas dos diosas que han empezado de nuevo, esta vez sin mí.

Apago la luz de nuevo y me uno a la melé y, de inmediato, Ingrid prende de nuevo la luz para ver ahora cada detalle de la escena. Por fin, a las cinco de la mañana, caemos rendidos y abrazados, hasta que al mediodía Ingrid ha recordado que hoy tenían reunión con el equipo en el North Star, se viste a velocidad de vértigo, nos besa, intensa y lentamente, a cada uno, y sale disparada del camarote.

-¿Un café? ¿O seguimos? le digo a Charlot en voz baja a su oído, mientras la mantengo apretada en cucharilla.

-Je t’aime ma chére, tu es un amant parfait. Contesta también en voz baja.

-¿Esto es que quieres café o que todavía no?

Charlot se ríe. -Estoy completamente feliz. Has hecho realidad, de forma elegante, educada, pasional, y divertida, una de mis mayores fantasías sexuales. Creo que no habría encontrado dos personas más perfectas para esta experiencia. Ingrid es dulce como tú, y tú eres un maestro en lo que se refiere a los tiempos de cada caricia. Creo que podría repetir ahora mismo, pero un buen café me apetece mucho también, especialmente si lo tomas conmigo en la cama, sin prisas.

-Mi novio real está en París hasta el mes que viene. Es guapo y tiene una posición importante en un Banco de la ciudad, pero siendo amable y aventurero, cualidades que me encantan, nunca podrá llegar a satisfacerme como tú lo has hecho.

-Esto es debido a la novedad Charlot, muy posiblemente la rutina me convertiría en un doble de tu novio, aunque ahora mismo no me imagino a ningún hombre que no se vuelva loco por este cuerpo, aun no sabiendo la bomba sensual que esconde.

-Soy abogada en París, diría qué, exitosa, pero poco a poco me he dado cuenta qué no es lo que me gusta, por esto lo de la fotografía. Mi novio de buena familia, lo es desde que tenía yo 17 años. Nuestra vida es acomodada, con todos los caprichos cumplidos, pero ya no hay emoción, aventura, pasión, más bien rutina, eso sí, de máxima calidad y gran coste, caprichos cada vez más caros, y cada vez menos ilusionantes. Por esto me embarqué en esta travesía, para volver a descubrir la emoción, el riesgo que no puedo controlar, no sé, algo que me devolviera esa vitalidad y alegría que se ha ido diluyendo en mi entorno seguro y predictivo. Por eso no he vuelto a París, quedándome aquí durante unos meses, sola y socializando con nuevos amigos, a ser posible, muy diferentes a mi entorno actual. Que se enrolara también él, en este barco, destruyó parte de mi plan.

-Hasta ahora, mientras he estado sola a cargo del barco, he conocido a varias personas, de diferentes nacionalidades y edades, aunque tampoco me han cambiado nada. Superficiales, egocéntricos, más que aventureros son medio paranoicos sin escrúpulos para conseguir lo que quieren y, una vez lo consiguen, buscan el siguiente trofeo pregonando lo que, supuestamente ha sido una victoria, cuando la mayor parte es lamentable desde el punto de vista intelectual, y también físico.

-Por esto me acerqué a Luis, es una buena persona, respetuosa y respetada, sus amigos lo son de verdad, como se merece un ser que es ético y comprometido con todos los que lo necesitan. También es cálido y cariñoso, podemos estar muchas horas paseando y hablar de todo, aunque claro, tiene cierto sesgo hacía el mar y sus grandes desafíos. Alguna vez me ha manifestado lo feliz que sería teniéndome a su lado de forma indefinida, pero es consciente que no puede ser, sabe que yo necesito sentirme libre, y seguir viendo ese mundo que hasta ahora me ha sido prohibido, o más bien, ha sido inaccesible desde mi rutina y confort. Llevaba un mes sin salir con nadie que no fueran estos paseos y atardeceres junto a Luis.

-Pero aparecisteis vosotros como un huracán de vitalidad, amigos que comparten, que ayudan, como lo habéis hecho con Lían, que te hacen reflexionar sobre la amistad y la complicidad, sin opresión y sin obligaciones, más allá del respeto por los demás. Y tú, que el primer día me pareciste tierno, humilde, respetuoso conmigo, y con Luis, indiferente a los que otros podrían haber intentado, un claro cortejo, como los faisanes en celo, mostrando los méritos que creen tener. Creo que me enamoré de ti ese día, quizás no tanto, pero si creció en mi un deseo por compartir todo lo que pudiera contigo.

-Te observé hasta saber que Alicia no formaba parte de tu intimidad, es muy linda y alegre, una competidora muy fuerte, si es que decidiera implicarse en una relación. Solo entonces me sentí con ánimos de intentarlo, y doy fe que ha sido una de las mejores decisiones de los últimos tiempos, aun sin haber llegado a conocerte mucho. Siento esa magia que une a las personas, que sirve de guía para reconstruir tus valores y compartirlos.

-Bueno, vaya rollo. Si además sumo la parte sexual, es una bomba que me ha explotado como si estuviera viviendo un sueño en el que cada minuto cuenta, y que se desvanecerá cuando te vayas, aunque espero siempre siga erizándome el pelo cuando lo recuerde. Gracias.

-Jooooderrr, Charlot, me alegra haberte conocido, he sufrido mucho desde que me separé de mi novia, tenía el corazón roto, y no me ilusionaba volver a tener una relación, ni siquiera sexual, por eso me embarqué en esta aventura. Tú me sorprendiste en la disco y, “tras el primer susto”, me pareció que todo fluía de forma natural, sin ataduras, ni obligaciones, simplemente fluía, y fluía muy bien. Alegre, sensual, divertida, sencilla y poderosamente auténtica, pero también atrevida y decidida cuando deseas algo. Me encantas. No he tenido aventuras antes, soy un poco pardillo en este ámbito, ahora sé que quizás haya sido porque nunca conocí a una persona como tú. O quizás sea porque en estos puertos, como decía Lían, cada navegante pierde el lastre de sus rutinas, y se deja llevar por los sentimientos, sin que haya fronteras o prejuicios que afecten a las acciones que tienen verdadero sentido, es el aquí y ahora.

-Me gustaría que me enseñaras la isla, compartirla contigo, vivir de nuevo esos momentos mágicos que has sido capaz de recoger en tus fotos, sin prisa, de la mano y solo interrumpidos por los besos que te quiero seguir dando mientras pueda.

Charlot se acurruca bajo mis brazos, y nos quedamos dormidos lentamente. A las cuatro de la tarde me despierto abrigado con una manta. Estoy solo en el yate. Me visto y salgo del mismo hacia el AYO, esperando que aun siga allí.

-Buenas tardes. “Me raptaron, pero he logrado zafarme y regresar con vosotros”.

Alicia y Paco levantan la cabeza, sonrientes. Javier sale del interior y me mira intentando reconocer algo de lo que no les cuento.

-¿Cómo te fue Javier? Alguien especial de tu sexo opuesto esta vez.

-Bueno, casi casi, fue una noche intensa, conocí a un grupo de chicas de ventipico. Están de paso en un crucero, desde Barcelona, y terminamos bañándonos en la playa a las siete de la mañana, mientras disfrutábamos de la salida de sol. Ah, y todos desnudos. No estuvo mal como primer paso para vencer mi vergüenza al nudismo. He quedado con una de ellas para esta noche.

-Muy bien. Yo he decidido que voy a conocer un poco la isla, así que mañana me lo tomo libre, y os dejo a cargo del AYO. También de la compra de las provisiones, que deberían estar aquí por la tarde, para poder zarpar el día siguiente a las diez.

-A sus órdenes capitán. No te preocupes, hacemos la lista ahora y cuando llegues estará todo listo para la partida, tranquilo. Alicia toma el control, y sé que puedo confiar en ella plenamente.

Tomo unas piezas de fruta y voy a la ducha, al salir veo a Luis que está ayudando a un nuevo velero en su amarre.

-Buenas tardes Luis, ¿Mucho tráfico?

-Pues no creas, estamos al límite del buen tiempo para las travesías hacia el Caribe, es por eso que seguramente seáis de las últimas embarcaciones en hacerlo. Ahora la mayoría de las actividades son para los residentes, y estas son mucho menos interesantes que los locos que parten al Sur.

Le sugiero tomar una cerveza y acepta la invitación. Nos sentamos donde es habitual y me cuenta las últimas novedades en llegadas y salidas. Le agobian los cruceros con miles de pasajeros, inundan el puerto, y no aportan mucho interés, acomodados, clásicos y aburridos, de cámara fácil.

-Luis, pasado mañana nos vamos y todavía no conozco Lanzarote. Quería saber si Charlot podría hacerme de guía para visitar todos estos sitios que habéis compartido.

-Raúl, Charlot y yo solo somos amigos, especiales, pero solo amigos. No creo que tenga problemas en acompañarte, incluso os podéis llevar mi auto. Por su sensibilidad es una de las mejores guías que puedes encontrar, y le irá bien despegarse de mi un rato, necesita más libertad y vitalidad de la que yo le puedo ofrecer. Nos tenemos mucho cariño, pero hasta ahí llegamos. La vas a poder encontrar en el club de vela ligera donde está aprendiendo a llevar un 470. Es como una niña que, aun con su edad, está intentando redescubrir como disfrutar la vida por ella misma, aprende vela ligera y ayuda con los niños en el campamento que tenemos en el Club. Parece muy feliz ahora, diferente de cuando llegó con sus compañeros pijos, donde todo era muy superficial.

-Gracias Luis, veré si está disponible, no me puedo ir sin conocer un poco más de tu isla y sus gentes. La ventaja de viajar es que a veces recibes un premio muy especial al conocer a personas como tú, que con su personalidad te demuestran que la amistad es algo que no se sabe valorar suficientemente.

Me acerco al Club de Vela, y veo a Charlot regresando, escorada debido al viento que ahora mismo hace en el puerto. Domina bien ese nervioso barquito de vela ligera, y se acerca a uno de los laterales del Club. Me identifica, suelta el cabo de la mayor para saludarme, y se cae al agua, pero está tan solo a 20 metros del pantalán y llega a él sustentando la embarcación con la mano y braceando. La ayudo a subir.

-“No se puede distraer uno”, ni siquiera en este velerito. Muy bien llevado hasta que te despistaste, no era mi intención.

-Ya venía despistada de antes, me he caído tres veces hoy, solo pensaba en ti, y no me concentraba, incluso me han dado una broca por arremeter contra una boya a la entrada del puerto.

-He estado hablando con Luis, nos deja su auto si tu me acompañas a conocer Lanzarote. ¿No sé cómo te va mañana, pero yo he pedido libre?

-Mmmmmm, déjame ver mi agenda y te diré algo tan pronto sea posible. Toooontoooooo.

Quedamos a las ocho de la noche para cenar con el resto de mi tripulación, y vamos a una playa cercana donde hay un pequeño chiringuito, junto al puerto donde compraron las langostas. Solo cuatro mesas, algo de música, y un menú simple de comida local. Compartimos algunas experiencias de la navegación hasta este puerto, y también las razones por las cuales hemos embarcado cada uno. Todos coincidimos en que las experiencias, nos han llevado a descubrir partes de nosotros que estaban ocultas, o nos frenaban en el desarrollo de nuevas ilusiones, y que se crean vínculos que serían difíciles de obtener en otros deportes menos intensos, por espacio y riesgo compartido.

Después de unos tragos, y ya solos en el chiringuito, terminamos bañándonos a la luz de la luna.

A las once Javier nos hace ver que ya es tarde, y que deberíamos volver al puerto. Él tiene una cita que dice, no es muy importante, pero que, si es posible, desearía hacerla. Todos comprendemos la urgencia y decidimos volver.

Al llegar al puerto, dejamos a Javier en el bar. Alicia y Paco se quedan en el AYO, y Charlot y yo nos decidimos por seguir investigando cocteles en su yate.

Una noche sin sorpresas especiales, pero llena de pasión más controlada, y descubriendo nuevas sensibilidades. Charlot no tiene tabús, es muy divertida, creativa y cariñosa, e intento corresponder de la misma manera. Hay una pequeña y agradable competición por seguir investigando quien puede hacer erizar más la piel. 

Me despierto a las ocho de la mañana, y veo que Charlot ya ha preparado una mochila con toallas, bebidas, y un mapa detallado de lo que desea mostrarme. Pantalón corto de nuevo, camiseta sin mangas y una gran sonrisa. Por un momento casi le digo que me enseñe de nuevo las fotos en el barco, y nos quedamos retozando, pero creo que merece la pena compartir mucho más con ella, así que, como un resorte, en dos minutos estoy listo en la bañera, y con la mochila puesta.  Ella aplaude el récord de velocidad en mi salida.

Nos acercamos a la capitanía, y Luis ya nos tiene preparado su maravilloso Opel Corsa, incluso lo ha llenado de gasolina para evitar demoras por nuestra parte.

Charlot le besa en la mejilla y yo le doy un abrazo, salimos raudos hacia nuestro primer destino.

El día sucede viendo sitios poco habituales para los turistas, una diminuta playa escondida para un primer baño, un pueblo pequeño y tradicional donde nos sentamos para un aperitivo, trecking por la ladera de un volcán, donde encontramos reptiles entre unas parras hundidas en pequeños fosos de tierra volcánica que ayudan a retener el agua del rocío, y las protegen del viento, comida en una casa rural, casi familiares de Luis, visita a una bodega poco conocida donde nos regalan una amplia cata de vinos exquisitos, la puesta de sol desde un acantilado donde baten las olas y nos mojan los pies en cada ida y venida.

Llegamos al puerto de nuevo a las ocho de la noche, ahora ya somos colegas del alma, nos hemos puesto al día de nuestra vida, deseos, ilusiones, pero lo más importante, hemos disfrutado de cada detalle con el que hemos tropezado. Creo que nunca había hablado tanto, y ella opina lo mismo de ella.

Devolvemos el Corsa que se ha portado 10 todo el día, y nos acercamos al AYO. Ahí están mis chicos y chica. Nos dan la bienvenida y nos acercan una cerveza, como no, invitándonos a compartirla en la bañera. Quieren saber que hemos visitado, y como nos ha ido.

Han colocado una red en la bañera, unida entre el bimini y el antirrociones, la han usado para almacenar la fruta, patatas y cebollas. Esto nos da un aspecto más de gitanos marinos, pero libera espacio en el interior, y posiblemente permitirá que se mantengan en mejor estado los productos que pongamos allí, menos humedad y más accesibilidad. Buena idea.

-En resumen, ha sido un día “perfecto”, nada especial, pero vimos lugares y momentos difíciles de superar. No voy a decir más. Charlot se ríe de mi escueto resumen.

Paco sonríe y sentencia. “Lo entendemos perfectamente” sobran detalles.

A Javier lo veo contento, esperando que le pregunte por su noche.

-Javier, ¿Qué pasó con tu cita?

-Increíble, una noche loca. Baile, paseo por el puerto y, al final, baño en el Club de Vela, saltando las vallas de protección, nos besamos y hemos quedado en vernos cuando volvamos a España, esta mañana han zarpado hacía Tenerife. Creo que me he enamorado.

-¡Felicidades! Todos aplaudimos, y Paco le da unas palmaditas en la espalda. Eso de tener mariposas en el estómago, mola ¿Verdad?

Alicia me dice que ha mandado a nuestros patrocinadores un resumen de nuestra estancia en Lanzarote, haciéndolo más entrañable con la historia de Lían, y algo de la visita a la isla que hizo con Paco. Los patrocinadores están encantados. También ha incluido más entradas en Facebook e Instagram. Todos hemos contactado, vía Whatsapp, con nuestros entrañables amigos Gaditanos, siempre incluyendo fotos divertidas y corazones.

Es nuestra última noche, y no podemos dejar de celebrarla juntos. Decidimos volver al restaurante oriental e invitar a Luis para que se una a nosotros. Charlot hace una llamada y confirma su asistencia. A las diez estamos sentados en una mesa con varias botellas de vino, y disfrutando de una entrañable velada recordando los momentos vividos en el puerto, también a Lían, personaje muy especial y que todos esperamos volver a contactar en algún momento.

Paco y Alicia haciéndose arrumacos, Luis contando anécdotas, y Charlot provocándome por debajo de la mesa. Javier ha recuperado la sonrisa tras el éxito de la noche anterior. Luis nos dice que ha hablado con capitanía de Mindelo, en Cabo Verde, donde conoce al comodoro local. Nos ha conseguido ya un amarre en la parte más cercana a la ciudad, y a un restaurante que está muy recomendado por todos los que hacen escala allí. Un plato recomendado, la morena, una especie que no se consume en España, pero en la que ellos son especialistas.

Nos hace prometer que, en caso de pasar de nuevo por Lanzarote, no dudaremos en tomar una cerveza con él, y en qué le vamos a mandar noticias cada vez que lleguemos a un nuevo puerto.

-Me encantará poder seguiros, y también saber de Lían. Hay visitas que dejan una marca en el alma, y os he grabado allí directamente.

Dos mesas a la derecha tenemos a la tripulación del North Star celebrando también la despedida, levantamos la copa para brindar a distancia, y ellos hacen lo mismo.

-Por una travesía excelente y una vida plena. Javier se ha animado, y se levanta gritando el brindis hacia los del North Star.

Ingrid lanza un beso desde su mesa, guiñándonos un ojo. Javier, mira a la mesa y dice. –Os habéis dado cuenta, esa chica me ha guiñado el ojo. Joder, tan cerca y no me entero de nada. ¿Creéis que debería invitarla luego?

-Yo, de ti, esperaría a que ella dé el primer paso. Los chicos fáciles no nos interesan. Hay que saber conquistar. Dice Charlot.

-Carai, Charlot, deberías venir con nosotros, necesito un asesor personal en esos temas, por eso nunca consigo ligar. A ver si luego se da la oportunidad. Gracias.

Terminamos, sentadas juntas las dos tripulaciones, ahora con cava y un pastel con una vela celebrando nuestra estancia en la isla. Comparten algo más sobre el rumbo, y la predicción del tiempo. Es muy probable que ellos naveguen a una media que supere los 9 nudos, cuando nosotros lo haremos a un máximo de 7. Con 830 millas hasta destino, si todo va bien nos llevará 5 días, ellos llegarían un día antes si no nos esperan, pero el superyate vecino es probable que nos saque 2 días de ventaja. Deberíamos poder contactar con Lían cuando estemos cerca de Cabo Verde. Javier se ha sentado frente a Ingrid, esperando una señal inequívoca para lanzarse con su impresionante atractivo, aunque Ingrid parece ignorarle, y solo tiene ojos para Charlot.

Quedamos en mantenernos en contacto, vía VHF, cada dos horas, mientras tengamos cobertura, y decidimos que el AYO saldrá una hora antes para así tener un rato más de contacto.

A medianoche, decidimos volver a nuestros barcos para estar frescos mañana, bueno, frescos, frescos, no tanto, Charlot y yo volvemos a su yate para pasar nuestra última noche, y Alicia y Paco, cogidos de la mano, dan un paseo antes de volver al AYO.

A las siete y media de la mañana, con apenas dos horas de descanso, Charlot y yo nos levantamos y salimos hacia el AYO. Allí están Luis y Paco, en el pantalán, Paco con su bolsa de viaje preparada, y Alicia abrazada a él por la cintura. Javier está poniendo a punto la mayor, y dejando la cubierta libre para navegar. Nos da tiempo para el ultimo café, deberemos esperar a las 9 para recargar el gasoil que consumimos durante la tempestad. Todavía tenemos los seis bidones de 20 litros llenos en cubierta, y como no hay expectativas de ausencia de viento, no deberíamos tener problema hasta nuestro siguiente destino.

Nos vamos al bar donde los pescadores toman su café por la mañana, el único abierto a esas horas, e intentamos mantener la alegría mientras hablamos del viaje de Paco y de la agenda de Charlot, que estará esperando a su tripulación. Tanto Charlot como Paco insisten en que quieren tener noticias desde cada puerto, y nos hacemos la promesa de volvernos a ver cuándo sea posible.

A las ocho y media el AYO está listo para partir, y la gasolinera está a tan solo diez minutos del amarre, aunque estar allí los primeros nos garantiza que podamos salir a vela a las 9 en punto, así que nos damos los últimos besos y abrazos, con alguna lágrima por parte de Paco y Alicia, y cara de circunstancias, haciéndonos los fuertes, por parte de Charlot y mía.

Paco y Luis desatan las amarras de popa, y nos las lazan a bordo. Javier suelta las de proa, y el AYO avanza suave hacia su nuevo destino con un punto de motor. Me vuelvo hacía Luis y cruzo los brazos sobre mi pecho a modo de abrazo, gritando un GRACIAS. Miro a Charlot y nos lanzamos un beso con la mano, ella me señala con la mano para recordarme que debo seguir en contacto, y su signo siguiente es para simular un corte de cuello si no lo hago, nos reímos, y ya estamos a una distancia que impide comunicarnos hablando, los vamos perdiendo en esa parte del puerto.
Alicia permanece inmóvil en la popa, con los pies colgando de la misma, y Paco hace el signo del corazón con sus dedos.

Una breve parada en la gasolinera, y somos los primeros en ser atendidos, solo 30 litros de gasoil, es nuestra última espera antes de salir por la bocana.

Javier, desde el mástil, ayuda a izar la Mayor, y Alicia despliega la Génova, ambas velas toman el viento con fuerza, ahora nos empuja un viento de 17 nudos de través, y el AYO navega de nuevo, rápido y en silencio.

Javier pone música a todo volumen, y nos invita a deleitarnos con una manzana, intentando romper ese momento triste de la despedida. Los móviles nos dan la última señal, tanto Paco como Charlot nos expresan sus deseos. “Nunca lograrás salir de mi corazón” por parte de Charlot, “Buena suerte amor, eres increíble…EN TODOS LOS ASPECTOS” desde Paco.

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