Travesía del Atlántico (2016)

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Siempre he sido un poco independiente y apasionado, quizás herencias de mi madre y después del tipo de trabajo que he realizado desde que empecé mis andanzas laborales, viajando de un país a otro, y entre diferentes clientes y proyectos.

No obstante, siempre también he tenido algunos puntales que han hecho que me sienta seguro y con algunos puertos de atraque, entre ellos mi madre cuando era joven, luego algunos amigos de verdad (que pocos hay) que me acompañaban en mis años de Cataluña, después la familia, resignada por mis ausencias pero feliz, que me permitía mis viajes y locuras, aunque creo que se acostumbró a ellas, y los nuevos amigos (otra vez pocos y muchas veces volátiles), aunque hablaría más de los cómplices de mi vida, aquellos que realmente son la familia que te acompaña, estén o  no en la formal, que te entienden, quieren y comparten en buenos y malos momentos, sin pedir nada a cambio e incluso disfrutando con ese role que nos une y que, como decía un pensamiento que leí hace algún tiempo, se bajan y se suben a tu tren temporalmente, y algunos incluso permanecen por varias estaciones. Éstos son los que, además de la familia natural, expanden los anclajes para la felicidad.

Y dentro de este grupo de compañeros, para mí, siempre ha estado incluido, extrañamente, “el mar”, con mil azules y diferentes estados de ánimo, pero siempre presente en mi vida, de alguna forma buscado ya que los sitios elegidos para mis actividades, y también mi ocio, siempre fue cerca de él, o “la mar” como la llaman muchos marinos, por confidente, sensual, cálida y entrañable, que es capaz de escucharte con su ronroneo bajo una noche estrellada o embravecerse tras una borrasca y demostrar todo su carácter y ferocidad, retándote para que no te atrevas a surcar sobre ella.

Siempre ha sido mi lugar de reposo ideal y también el de aventura (pesca, buceo, vela, playas, sol) y con un objetivo que creo empezó con un flirteo el mismo día que entró en mi vida, el de terminar junto a ella en algún momento.

Y siguiendo esa pasión fui involucrándome más, entendiéndola, respetando su carácter y formando parte de él, con proyectos como el que este mes he cumplido, estar realmente en ella, sin distracciones colaterales, no teléfonos, televisión, ruidos más allá de nuestro diálogo y compañía.

La travesía del Atlántico, casi un 10% de distancia respecto al diámetro de la tierra, incluye 2500 millas (unos 4.600 kms) que, depende del tiempo, pueden hacerse entre 17 a 30 días y con más o menos peripecias durante la misma, aunque independientemente de la duración, te sientes en manos del Océano, con muy pocas interferencias, en nuestro caso, apenas 10 minutos al día (en los que teníamos señal) para recibir una estimación de los fenómenos meteorológicos.

Toda una experiencia, tanto de navegación como de reflexión. Es como hacer un “PAUSA” en tu vida, desaparecen del mundo que conoces y donde interactúas, crear por un espacio de tiempo, otra vida paralela que te permite meditar sobre el pasado, presente y futuro, pero sobretodo, de paz contigo mismo.

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En este caso decidí hacer el camino de vuelta a Europa, desde Caribe, dicen que es más emocionante y menos turístico (si hay algo de eso en ese viaje) ya que los vientos,  y estado del mar de subida a paralelos más al norte, usualmente son peores que la bajada con vientos alisios desde Canarias a Caribe, y yo quería ambos, navegación y también algo de aventura.

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Los días previos al viaje, incluso el mismo viaje hasta llegar al punto de partida, consistió en un proceso de preparación/planificación detallado, ropa necesaria, empezando con buen tiempo y terminando con chubascos y vientos fuertes, medicamentos para posibles incidencias, lecturas sobre temporales y recomendaciones para abordarlos, preparación física (más bien poco, aunque algunos partidos más de padel si incorporé), repaso de teoría de navegación transoceánica y uso de sextante, etc.

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Nuestros primeros días en el punto de salida fueron intensos. La preparación de un salto transatlántico son meticulosos, poner el barco a punto, asegurar estanqueidad de todos los puntos de potencial entrada de agua (y son muchos), revisión de velas, electrónica, motor, sistemas de seguridad, etc.

También la complejidad de abastecimiento, en este caso solo éramos cuatro personas, 2 con experiencia Atlántica y 2 sin ella pero con bastantes millas a nuestras espaldas en el Mediterráneo, aun así, fueron más de 1500 euros en víveres, solo como idea de volúmenes, 270 litros de agua mineral, a lo cual añadimos algunos placeres como ron, vino blanco y tinto, chocolate y embutidos importados desde España, etc.

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La revisión del material de emergencia, incluida la preparación de bolsa de víveres y logística de “quién hace qué” en el puerto, fue parte de la logística analizada antes de salir.

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Estos primeros días en puerto pude comprobar como son los marinos de verdad, no aquellos que salen solo de vacaciones en verano o en fin de semana, sino aquellos que pasan su vida navegando por el mundo, compartiendo sus aventuras y experiencias.

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Temas recurrentes pero siempre diferentes, rutas, motores, reparaciones, amigos, lugares, e incluso alguna historia de su vida pasada, antes de decidir que su mundo estaba 100% ligado a la mar.

Una comunidad que se ayuda y que integra, en pocos minutos, a cualquier nuevo navegante que demuestre que forma parte de sus ilusiones, pero nada que ver con el “glamour” de la moda o lujo, sencillos y aventureros expuestos a los mismos retos y aspiraciones.

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Y, al final llegó el día, la foto imprescindible de salida, frente a nuestro hogar (Un Beneteau de 47,3 pies, con más de 600 litros de agua y otros tantos de combustible) de las próximas semanas.

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Durante la travesía practicamos el arte de la pesca, aunque con poca fortuna, tan solo un par de peces raros pequeños y una barracuda fueron los trofeos. Todos ellos acabaron formando parte del menú, ya sea a la plancha o en formato de Tartar.

Los primeros días subimos hasta la Isla de Guadalupe, para dejar desde allí la tierra hasta llegar a Azores, incluso compartimos, antes de partir, una excelente paella con otro grupo que haría la travesía partiendo desde Antigua, saliendo unos días más tarde. Fue una especie de despedida de la cocina en la bañera ya que no esperábamos que tuviéramos las condiciones de hacerlo más durante el viaje.

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Nuestra última noche viendo rasgos de tierra durante la puesta de sol.

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La ruta previa a salida de tierra, dos días de navegación/reposo para proceder al salto final.

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Nuestros primeros sargazos, un ecosistema que se alimenta de si mismo y se produce básicamente en zonas de calma. El rumbo que eliges en la travesía condiciona la cantidad y tipo de viento que puedes tener. El rumbo directo a destino de seguro te llevará a grandes zonas de calma donde sería necesario el uso continuado de motor, es decir, llevar al menos 800 litros de Gasoil para asegurar que no quedas atrapado en medio de la nada, es por ello que la mayor parte de navegantes lo hace rumbo norte para encontrar vientos ponientes en la parte final del viaje, y con ellos asegurar el menor uso de motor, incluso hay navegantes, sin prisa ni agenda,  que se atreven a salir con menos de 100 litros, lo cual no es nuestro caso.

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Aprovechamos estos primeros días de mar tranquila para hacer las prácticas de posicionamiento mediante sextante, para ello he decidido tomar la forma más fácil, que es la posición a la hora de altura máxima del sol. Con esta medida podemos calcular tanto la distancia en longitud (Este/Oeste) desde Greenwich mediante la diferencia horaria desde donde estamos hasta la hora UTC, como la Latitud (Norte/Sur) de nuestra posición, con solo la ayuda de nuestro almanaque náutico, y las diferencias que encontramos no son más allá de una decena de millas, lo que implica que, aunque los sistemas GPS dejaran de emitir, llegaríamos a nuestro destino con este instrumento como guía…..o muy cerca.

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En un especio tan reducido,  es importante poder mantener limpio y sin olores nuestro entorno. El uso del baño/ducha externo, es parte del método. Claro que llevando una tripulante femenina en el barco genera cierto tipo de respeto, y solo va a ser usado por los hombres y en tiempos de mar que permita la seguridad adecuada, para ello incluso hemos preparado un arnés de seguridad, ya que en ocasiones, esta actividad se realiza sin supervisión 😦  y alguien podría desaparecer en el transcurso de un esfuerzo excesivo.

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Manual de manejo simple (no caerse)

De todas formas, los baños de los cruceros normales, no han mejorado su diseño desde que los tripulantes medían 1,50 mts. Y estoy seguro que ninguno de los fabricantes/diseñadores actuales ha hecho nunca uso de ellos, de lo contrario serían muchoooo más ergonómicos, ya no digo la complejidad de uso con una escora importante, lo cual precisa de un curso de contorsionismo.

Los primeros días suceden con poco viento, es decir, motor, o una fuerza que nos empuja a paso de tortuga, lo cual da lugar a duchas exteriores, cocinar tranquilamente y tomar el sol, nada que ver con aventura oceánica, a menos que pienses en que empiezas a estar a una distancia que cada vez es más compleja para pedir ayuda a tierra.

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Nos vamos adaptando al medio y nos organizamos. El desayuno con café, el aseo, los ocios de cada uno (lectura, música, sol…), incluso los masajes dados por Montse (fisioterapeuta experta) para eliminar dolencias de alguno de las tripulantes y las tareas comunes, cocinar, comer, algunas reparaciones menores y después, por la noche, el reparto de guardias de dos horas por tripulante.

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Nos hemos adaptado bien, los otros tres tripulantes se conocían ya, así que el único peligro de no integración estaba en mi y por suerte, todos nos entendimos bien, sin un solo roce, todos colaboramos en la medida que se precisa y según nuestras habilidades.

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Incluso queda tiempo para alguna que otra broma en la tripulación.

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Obviamente, la existencia de una mujer a bordo podía dar la impresión de que era más una excursión que una aventura, aunque debo admitir que Montse, no solo hizo que estuviera todo mucho más organizado, también su meticulosidad aseguraba que no se nos olvidara nada (desde la compra a la logística diaria) y aportó un toque de cocina mucho más elaborado que el que habría sido.

Además, en su haber tiene la experiencia y el conocimiento de las labores de navegación, con muchas millas a sus espaldas en el Mediterráneo y dispone del título del PER, aunque supera ampliamente los conocimientos del mismo.

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Y si a ello le unimos sus habilidades como fisioterapeuta y dietista…uauuuhhh, la recomiendo como compañera de aventuras transatlánticas, seguro.

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Cada noche contactamos con Rafael, un veterano muy apreciado por los navegantes Atlánticos que lleva decenas de años ayudando a los barcos que cruzan. Cada día nos ofrece el parte de vientos y meteo estimado, e incluso algunas veces resultados de futbol o conecta con alguna llamada de familiares que desean saber cómo está un determinado tripulante. La verdad es que es el único punto de contacto con el mundo exterior y no se me ocurre que pueda usarse para comunicar tragedias o problemas que no se puedan resolver estando en el barco ya que sería estresante no poder colaborar. Es una voz amable y que además permite conocer que otros barcos están cruzando, en nuestro caso hay dos más, El Skyper y el Andrómeda, que nos siguen a 3 y 5 días de distancia, con rumbo más o menos igual al nuestro.

A partir del quinto día empezamos a tener vientos excelentes, esencialmente desde popa y que nos permiten ganar el tiempo perdido.

Olas de más de 3 metros (alguna de 6 durante la noche) y vientos que van desde 20 a 50 nudos.  Esto ya parece más el Atlántico tan nervioso como lo es usualmente.

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Alguna ola, pasando por encima de popa, nos hace recordar que esto no es un juego y que mejor estar preparado para ella. Lo vamos aprendiendo a medida que se producen los incidentes.

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Hace falta atarse a la cocina para poder hacer cualquier tipo de actividad en ella.

Tras algunos días de fuerte viento llega de nuevo la calma, momento en que se aprovecha para las reparaciones (usuales) del material dañado. En una travesía como esta hay que ser como McGuiver, y afortunadamente llevamos dos, además de conocer el barco 100%, de lo contrario sufriremos muchos problemas o incluso podemos quedar sin posibilidad de avanzar. En este viaje, como ejemplo (La verdad es que el barco tampoco es nuevo pero si está en buenas condiciones), hemos tenido que cambiar, entre preparación previa y durante navegación:

Preparación: Amortiguadores de motor y estay de proa.

Navegando: Reparación de Génova (rasgada), asiento de la balsa salvavidas (tornillos rotos), cocina caída (debido a otro tornillo de balanceo), entradas múltiples de agua (goteo), obturación de gasoil en motor, patines de la mayor rotos, etc.

Todo ello fue reparado creativamente y el barco estaba 100% listo a nuestra llegada a Azores, como se dice en España, mejor que nuevo.

Sobre el día 15 caemos en una calma que, de nuevo nos hace usar el motor, aunque permite que podamos disfrutar de sol, mar y comidas placenteras (pato con verduras, risotto, tallarines con queso, pasta con carne, pizza, pan hecho en el barco, etc.)

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Incluso se pudo hacer la colada con toda tranquilidad y usar, por supuesto, el aseo/ducha externos.

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Aunque no hemos dejado de cocinar y cuidarnos gastronómicamente durante toda la travesía, con cualquier tiempo u oleaje.

En nuestra desesperación de búsqueda de viento damos rumbo norte y perdemos casi un par de días, intentamos el uso del Genaker aunque solo nos funciona durante unas horas.

El día 16 de la salida estamos a casi 600 millas de nuestro destino.

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Hacen aparición los delfines, habíamos visto algunos, pero ahora son muchos más y nos despiertan por las mañanas, algunos con saltos acrobáticos.

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También nos han acompañado miles de medusas carabelas portuguesas, muy temidas cuando estás en el agua por sus tentáculos irritantes, aunque vistas con su vela al viento resultan de lo más atractivas. Y los peces voladores han sido los más cuantiosos, especialmente al inicio de la travesía, algunos de ellos han acabado durante la noche en cubierta…pobres.

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Y la larga exposición al sol, aunque usé muchas precauciones (30 a 50), tiene sus consecuencias (leves).

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Finalmente, el viento hace de nuevo su aparición, desde el Sur SurEste, lo cual nos permite tomar un rumbo directo a Azores, con una ceñida adecuada y 6,5 nudos de velocidad, ideal para no tener problemas de combustible.

El Skyper y el Andrómeda han recuperado algo de la diferencia que llevábamos pero seguimos estando a más de 3 y 5 días.

El día 19 de travesía seguimos con viento a favor S SE y una velocidad de barco de más de seis nudos, con rumbo directo a la Isla de Faial, nuestro destino.

Estamos a menos de  200 millas del puerto, es decir, un día y medio.

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Navegamos con una escora permanente desde hace dos días, lo cual exige una buena dosis de equilibrio para moverse y no hace necesario ningún ejercicio adicional para mantenerse en forma.

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Y, en una travesía que iba perfecta, planificada y ajustada día a día, no podía faltar una sorpresa, en este caso se trata de una “apendicitis”, a 150 millas de la costa, es decir, unas 24 horas. Aunque el relax vino porque ni suponíamos que me pasaba fuera esto, que simplemente era algo que me había sentado mal.

Navegamos sin problema y con mucha menos movilidad mía, con vientos a favor hasta divisar la llegada a Faial.

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Los tramites iniciales, siendo tediosos tampoco nos ocupan mucho ya que el puerto está en mínimos de visitantes, al parecer es demasiado pronto para que lleguen las embarcaciones que están en Caribe.

Pasamos aduanas, echamos gasoil, y nos quedaban cerca de 150 litros, o sea, íbamos sobrados para viaje, aunque la fortuna nos ha acompañado estos últimos días de viento.

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Vemos algunos barcos de regatas oceánicos abarloados en el puerto. Los de primera división, sin lujos ni concesiones, todo por ganar una milla más a la velocidad.

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Nos hacemos la fotografía de llegada, con un poco de más barbas, excepto Montse que insistió en lo de su depilación a lo largo de la travesía, pero muy bien.

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Como me sigo encontrando mal, decido ir a un hotel a ver si con ducha cálida y una buena cama se me pasa algo, incluso con la idea de visitar algún médico.

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El puerto está lleno de pinturas que miles de barcos escribieron al llegar de esta travesía, incluso el Gota de Rocío tiene una anterior.

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Me ducho y me voy a la cama, pero no cede el dolor, a pesar de ello les acompaño a ver el partido At. Madrid-Bayer donde pasa a semifinales el Atletic, intento allí tomar una tortilla pero no puedo con ella, así que, mientras ellos van a la Taberna de Peter, yo estoy malito en el hotel. Logro dormir un poco a trozos pero con dolor.

Durante el partido, una de las mujeres encantadoras locales, le coge cariño al grupo y nos cuenta su vida, hasta nos canta, creyendo que la entendemos en todo los que nos dice. ;-(

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A la mañana siguiente me voy al hospital, donde me detectan una intoxicación (según esos schicos), aunque no parece que haya razón.  ya comíamos lo mismo y ninguno está enfermo. Deduzco que pudo ser un yogur en mal estado y que cenaba yo todas las noches.

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Saliendo del Hospital ya me encuentro mejor, incluso me atrevo con unos zumos de naranja y un bacalao con arroz. (Mucho calmante en vena)

Tengo la oportunidad de ver algo más del pueblo y su peculiar arquitectura, entre Galicia y el Norte de Inglaterra.

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Ahora tras los medicamentos y trato recibido (por cierto, nunca os olvidéis de llevar el carnet internacional de la Seguridad Social, en caso contrario, si os pasa algo, deberéis abonarlo todo directamente), ya estoy listo para volver a moverme con más seguridad. Esta mañana, antes del hospital, casi no podía andar, 72 horas de dolor, sin comidas y apenas dormir.

Y por fin, tras presenciar un partido del Real Madrid Manchester, que deja ña final de la Champions en Madrid, Atlético y Real, nos vamos acercando al momento Peter.

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Y ahí está, el ya famoso lugar de encuentro, el Café Sport Peter, Fama ganada durante años por ser compartido por navegantes, guardando la memoria de tantos y tantos barcos (banderines, camisetas, fotografías, etc.) que han cruzado el Atlántico, donde vayas el día que vayas, encontraras esos trashumantes de los mares, de paso, descansando algunos momentos o bien haciendo tiempo para poder salir de esta Isla, siempre acosada por las borrascas del Norte.

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Y de nuevo, ahí están, entre la muchedumbre, aunque se les identifica, no son turistas del mar, son más bien residentes, hermanos de agua salada y sangre, que viven en él, y para él. Algunos meticulosos, otros aventureros y más despreocupados, muchos solitarios, a excepción de esos encuentros de amigos en puntos clave como este, pero a todos les une ese amor a “la Mar” que como me comentó ayer mi hija, debe ser definitivamente mujer, por lo caprichosa, por esa personalidad variable, su tremenda ternura y también su espectacular agresividad, y si, como toda mujer, mejor tenerla contenta si no quieres tener problemas.

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Y ahí está también la nueva tripulación del Gota de Rocío, de la cual me despido, la misma que llevará nuestro hogar temporal, de la mano de Sergi, hacia Villanueva y la Geltrú. Todos listos para partir, incluso con trajes de agua ya que hoy justamente empieza entrar una borrasca importante.

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Y por las previsiones meteorológicas, van a tener que esperar unos días, si vemos el mapa adjunto, para el sábado, es decir, dos días más, se prevé que llegue a Faial, nada recomendable meterse en medio i se puede evitar.

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La idea es no estar enfrente, pero tampoco perder todo el impacto de viento que pueda generar, ahí está la habilidad y experiencia de los buenos marinos que sobreviven, en elegir el momento de ser seducidos y empujados con la seguridad apropiada.

Gracias por la experiencia compartida y Felices Vientos de vuelta al hogar terrestre!!!!!!!

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Resumen final

Acumulado   2504  millas.

Acumulado horas: 440

Vientos de máximo 5 a 50 nudos

Pesca acumulada: ´menudencias solo

Posición destino actual: 38º31,8´ N,  28º40,9´ W

Algunas reflexiones finales

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Por supuesto son solo mis impresiones personales, pero me parecen relevantes para otros que deseen involucrarse en una aventura transoceánica, así que aquí las dejo.

Más que un reto deportivo lo veo como un reto con uno mismo. Estar entre 17 y X días (X=Impredecible a priori) en el Océano, sin comunicación externa (suponiendo que no se incluyan conexiones Internet ahora disponibles), implica estar preparado física, técnica y psicológicamente  para afrontarlo.

Nuestro viaje fue relativamente tranquilo y solo éramos 4, todo un lujo de espacio en un 47,3 pies, y contábamos con Sergi y Fernando, que tenían experiencia en este trayecto, así que todo eran ventajas. Aún así, como decía un sabio  “he comprobado científicamente que tengo más suerte cuando más preparado estoy”, es decir, planificar, entrenarse y analizar las oportunidades/amenazas son áreas clave para minimizar los incidentes o accidentes durante las proyectos de este tipo, al igual que pasa con otros deportes de riesgo como buceo, escalada o trecking alpino, por mencionar algunos..

Si vemos el proceso realizado en nuestro viaje, se cuidaron todos los detalles, contábamos con expertos, nos preparamos física y psicológicamente, planificamos víveres, recorridos, sorpresas importantes, urgencias, etc. , a pesar de ello, sufrimos percances varios, desde una vela rasgada a una parada de motor por falta de gasoil (probablemente un filtro obturado), el gps que dejó de funcionar y hasta la cocina (elemento vital) se desmontó al romperse uno de los pernos de balanceo. Todo ello gracias a las manos expertas de Sergi y Fernando se fue reparando sobre la marcha, con la ayuda de todos, así que llegamos perfectos o “mejor” a destino.

Pero podrían haber ocurrido más cosas:

Que alguno de los tripulantes hubiera enfermado (como sucedió conmigo al llegar a Azores) en medio del viaje, y cuando no hay cobertura de urgencias. Y a una intoxicación grave es difícil hacerle frente en medio de la nada, y esto cuando hemos realizado todos los controles para que no exista la posibilidad. Y podrían ser muchas más enfermedades y más delicadas.

Las relaciones entre tripulantes son importante, siendo cuatro nos resultó fácil convivir, pero podría haberse torcido si alguno de los componentes hubiera sido intolerante o poco empático con el resto. No quiero ni imaginarme un barco completo a dos personas por camarote y que no se conozcan, es como una bomba de relojería, además de bastante incómodo e intrusivo.

La elección del momento de salida y el recorrido son básicos para no quedarse en medio de la nada y sin viento, lo cual implicaría ir con 800 litros de gasoil al menos (en este viaje), y aburrido claro. Y si no llevas tanto gasoil, podrías estar a la deriva bastantesi dias hasta que llegara ayuda o algo de viento. Nosotros y el Skyper, ambos llegamos a pensar que no llegaríamos con gasoil a destino e incluso planificar una ruta alternativa a la Isla de Flores, que está a un día del destino final. El cambio de planes a tiempo, obedeciendo a las expectativas de tiempo, es la clave para optimizar las posibilidades, lo que nos lleva a poder contar con algún sistema de comunicación que te haga llegar partes meteorológicos (en nuestro caso era Rafael por radio una vez al día, pero podemos adquirir algún sistema satelital, tipo Iridium, para recibir esta información y saber interpretarla, claro)

El buen cálculo de los víveres evitará males mayores. Sergi nos contó de un grupo que se equivocó y esto generó grandes fricciones entre los tripulantes. Imagináis que además hubieran tenido una encalmada grande, y que fueran pescadores de nuestra misma suerte ….jajaja

El conocimiento del barco es otro de los factores importantes. Se pueden tener averías eléctricas, de comunicaciones, de inundaciones, de baños, de motor, de velas, y en estas ocasiones, lo podrán ser con tiempo bueno o mucho peor, con una tempestad en marcha, ahí no solo se trata de descubrir la posible solución temporal de inmediato, si no estar preparado físicamente para realizarla con olas de gran envergadura y viento huracanado.

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¿Y que debemos considerar en temas de enseres personales?. Veamos, cabina pequeña y compartida, no hay fiestas que exigen protocolo (a menos que viajes en velero de superlujo, que es otra división), no hay lugares en los cuales bajas de rumba (hablamos de transoceánicos) y, por otra parte, usualmente los que van a viajar con nosotros se habrán impuesto una disciplina de mínimos de mudas, buscando eficiencia práctica de cada detalle que lleven.El agua limitada tanto en duchas y aseo personal, lo cual implica que usarás agua de mar para lavar, y según el tiempo que tengas, quizás no puedas secar la ropa.Si tu pretendes seguir tu look y usar modelos diferentes de vestir, probablemente esa no es tu aventura.Cambiando tanto de latitud es muy probable que debas llevar ropa de invierno y lluvia más ropa de verano y sol. La segunda apenas ocupa, pero la primera es voluminosa e imprescindible, traje de agua, ropa de abrigo, saco de dormir, etc.Y nadie desea quitar alimentos para poder poner ropa que no sea “imprescindible” , así que ve a lo práctico y sufrido, solo lo necesario y útil para cada momento, aunque repitas look.Eso sí, sí solo vais 4, como nosotros, tienes un poco más de margen. No sabes el lío que se puede montar si se comparten todos los camarotes con exceso de equipaje. 

Y luego queda el aspecto psicológico personal, incomunicado, es decir, en PAUSA, durante largo tiempo, con nuevos compañeros de viaje, aunque se necesitan espacios para uno mismo y las capacidades de involucrarte y de sumar al equipo, pero preparado también para este aislamiento, sin la presión del día a día que estamos acostumbrados (y encadenados), capaz de sobrevivir sin estresarte por ello.

Es decir, en cualquier caso, hay que planificar 10 siempre, aunque finalmente sea menos la dureza o necesidades reales del viaje. Más planificación  y medidas, son menos sorpresas, y más cuando en el barco lleves a personas que quizás no hayan evaluado realmente donde se metían y cuáles eran las peores condiciones. Es un juego que tiene alto riesgo de vida y como tal se debe tomar, sin pormenorizarlo.

Por otro lado, después de haberla realizado, creo que todos deberíamos tener, si no en barco o con travesías, quizás con otras actividades que te alejen de la rutina, incluso de la familia y amigos (aunque obviamente se puede realizar con ellos, pero en este caso ¿desconectamos?), esa “PAUSA” mencionada, al menos una vez al año, ayuda a reflexionar, desconectar y meditar sobre nuestra vida y lo que representa, al tiempo de disfrutar de elementos que usualmente pasan desapercibidos (no hay nada más que hacer que descubrirlos y saber valorarlos), en mi caso, como comentaba al inicio de este blog, enamorado del mar, solo pretendía profundizar en esa pasión y aunque fue una travesía inusualmente tranquila, si pude disfrutarlo como tal, las puestas de sol, las tremendas olas, la adrenalina de surfearlas,  colaborando con el día a día de cosas simples e inmediatas (reparaciones, cocina, limpieza, etc.), delfines, peces voladores, medusas, sargazos, conversaciones sobre aventuras marinas, o simplemente leyendo en medio de la nada.

Animaros, disfrutar de la experiencia dejaros seducir por “la mar”, es una relación maravillosa y nunca, nunca, la subestiméis.

Un abrazo a todos

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Ver todos los detalles de la travesía AQUI

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